jueves, 1 de mayo de 2014

Desaparecer.

Encontrar, descubrir, enfrentar, afrontar, perder. Sobre todo perder y las fantasías, burbujas, ilusiones, inocencias que alimentaban la vida, el alma y la imaginación.
Sumar pérdida de relaciones, vinculos con personas.
Un vacio enorme me suma y hace cuestionarlo todo.

Libertad para pensar, hace sentir más que depresión, sufrir de vacío.
Esta vida en la que siempre hay quienes se van, me dejan, se alejan.
Punzadas contra mi suceptibilidad provocan dolor y como el orgullo es mi negativo? pilar, solo padecerlo, repensar, pensar, pensar.

Vacio, aburrimiento, cansancio o las tres cosas,
sin demasiadas ganas de hacer nada,
mucho tendrá que ver la apariencia,
deseos de taparse con un saco de papas color negro y largo,
cubrirse y salir al mundo sin mirar nada, a nadie.

Vacía de lazos,
certeza sanguínea que al requerir no estarán,
dificultad de llegar a la médula misma,
la mía, la de los otros,
conocerlos (nos), entender (nos), ponerte en el lugar de ellos y ellos en el mío,
suceptibilidad intensa, que hace doler lo que parece más infimo.

Provocar desde el interior hacia fuera,
cambios drásticos,
cortar lazos con lo que provoca hilaridad a mi excesiva suceptibilidad,
herencia del demonio de mi padre, que hace odiar y romper con el exterior radicalmente en busca de apasiguar tu centro.
Suspicacia reinante que nadie, nunca, desde ningún lugar del mundo, me querrá, solo y quizás mis papás y ya no están.
Libertad otorgada tras la supuesta atadura, podría provocar desaparecer.

Desaparecer.
Neurosis alcanzada de la ecuación perfecta al sentir odio por todos y a veces, quererlos. Odio porque no me conocen, no están, no comprenden, que no estarán.
Amor por los algunos que quizás creen conocerme y han estado.
Lastre, peso, de este desequilibrio emocional,
la constante por sentirse invisible.
Alejarse de todos,
la esencia es en solo mayor,
esperando el momento de desaparecer.

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