lunes, 31 de octubre de 2011

Con el jesús en la boca.

Los motivos podrían ser infinitos,
si al menos pudiera nombrarte dos, quizás tres,
y con eso, calmar el alma, el espiritu eso que dicen "el jesús en la boca",
la sensación de falta de aire,
apretujamiento estomacal,
o simplemente un aire mal nacido que no sabe por donde salir.

Y las certezas,
sobre todo las intensiones tan perfectamente perfiladas,
pensadas, planeadas, encaminaronse al  barranco ni bien se atravesó tu imagen a mi vista.
Creo que lamentablemente para mi, te amo,
o al menos te quiero,
quizás sea la necesidad intensa de tenerte, quererte, amarte,
pero algo así padezco a por tu persona,
porque la pena suele embargarme seguido cuando pienso en ti,
porque estás lejos,
porque no existes en realidad,
eres más aire que mi amigo imaginario,
menos consistente, existente, palpable que mi ensoñado amigo imaginario.


Y esta sensación certera de no poder hacer nada para cambiar el curso de la vida,
ni pensar en acercarme a ti, llamarte, escribirte, porque de hecho debes respuesta a mi última epistola,
esa manía tuya a por los silencios, que distan del misterio, sino que más bien crispan la piel.
Pensar que anoche soñé contigo y tu resplandecimiento,
una historia tan absurda como hermosa, lejana como onirica
¿será malo trasportarte a los sueños?
en todo caso lo hago despierta y dormida,
tantas son las ganas, deseos, intensiones, ansiedades, que siento a por ti,
que despierta, dormida, alertagada, ensoñecida, estás siempre en mi pensamiento.


A veces pienso que será un alivio
o quizás un infierno, cuando no nos veamos más,
o no nos veamos en mucho tiempo, meses,
que el olvido, la desmemoria que nunca he padecido, aleje del pensamiento tu cara, sonrisa, cada una de las palabras que lanzaste, los momentos lindos que vivimos juntos ¿cómo olvidar si soy la más pegada del mundo?, pero algo habrá que hacer porque en esta existencia sin horizonte, no puedo continuar.
No tengo absolutamente nada de ti, más que millones de recuerdos, nostalgias, aromas, sensaciones.
Hoy quería escribir y quedé atorada en el primer escrito,
porque mientras lo sacaba pensaba en ti, en mi, en nosotros,
y los personajes cobraron vida y la falta de aire fue inmediata.
Extremosa, cargosa, intensa tenía que ser,
una distracción para borrarte de la memoria, del alma, sacarte del jesús en la boca, del corazón, de los sentimientos, no quererte, ni amarte, ni ser tu amiga, olvidarme que existes, que eres, que estás.

martes, 25 de octubre de 2011

Rompiendo el corazón.

Diversas formas hay para romper el corazón,
los que practican esta actividad como deporte, sabrán mejor cuán creativo puede llegar a ser alguien con tal de alcanzar sus cruentos objetivos.

Anoche no sólo me rompiste el corazón, sino que la paciencia, el aguante, las ganas,
algo en mi interior avisaba desde hacía rato, que las cosas no saldrían,
a saber los por qué,
sobre todo porque la última vez fue tan especial y agradable,
¿será que veo cosas que no son?
Al menos tengo una última vez para atesorar en el baúl de los recuerdos perdidos.

Lamento más que tú, seguramente,
que todo concluya así,
porque en verdad de las sinceridades yo quería intensamente TODO CONTIGO,
nunca te odiaré porque no está en mi naturaleza
y porque en realidad te quiero mucho, me simpatizas profundamente 
y todavía (espero que cada vez menos) me pasan cosas fuertes cada que te veo, que te huelo, que te tengo lejanamente cerca.

Así nomás la vida,
como cuando se mueren las personas queridas,
y uno se queda aquí, presa de tristeza, de vacio y sin saber que movimiento dar,
más bien deseando que la tierra se abra justo en el radio en el que estás
para caer en las profundidades del universo-inverso.


Volveré contenta y radiante a mi vida anterior,
sin amor, porque ya parece que es una constante,
no con ese amor que quería tener contigo,
sino que con los otros,
los paralelos que en su calidad se mantienen firmes y sinceros, además de tocantes, acariciables, amables, deseables.

Sólo le pido a la galaxia de estrellas fugaces, de lluvia de estrellas, de dósis perfectas,
te arranque prontamente de mi corazón, del alma y de todos los pensamientos habidos y por nacer.
Quiero la luminosidad de mi vida, de vuelta, ahora!!!

martes, 11 de octubre de 2011

En retirada.

Alguna vez dijiste algo que ya ni lo recuerdo.
Hace no mucho tiempo dijiste más cosas, todas las llevo en mi  memoria,
pese a los peros, a los miles de peros que se cruzan en nuestro camino,
en el que yo quería recorrer contigo,
miles de palabras, ideas, frases, momentos, continúan cruzándose.

Estaba segura que con las palabras firmes, unidas a las sensaciones de desilución, habías quedado apartado más allá del Jardín de los Cerezos, casi como un sueño, como un momento mágico vivido desde otra dimensión. Mi perrito pulgoso ayudaba a cerrar las heridas, a que no duelan tanto las muchas situaciones que dijiste, hiciste, miraste y me hicieron doler.
Más volver a saber de ti, justo hoy, hoy podría haber sido cualquier otro día, pero hoy, en mi amado, idolatrado, ansiado, cabalisticamente suertudo día martes. Y el revoloteo constante y sonante vuelve, vuelve, regresa.

Pero lo alejo voluntariamente,
o creo al menos hacerlo,
no sé si resultara, en el transcurso del día, quizás también por eso me adelanto rauda a escibir,
a vomitar todos los pensamientos, sensaciones, impulsos más fuertes que una,
los cuales quieren salir y hacer barbaridades,
olvidar, comenzar, iniciar.
Por suerte está la conciencia, la diferencia, aquello que finalmente y después de todo ha sido el derrotero en mi existencia, no parecerme y menos actuar de la misma manera que ellos, que sufrieron quizás innecesariamente por un amor loco, sufriente, tortuoso.
El perrito pulgoso me acompaña en las noches, meditando, analizando todos los puntos de vista, las ideas, las intensiones, los momentos. Y eso ayuda para que el alma fluya, no le quede ni un rastro de tristeza, de amargura en el interior y buscar nuevos horizontes. Ojala todos fueran con el perrito pulgoso, pero nos conocimos en dimensiones diferentes y no nos queda más que sobrevivir y disfrutar lo que tenemos, que es mucho, pero no todo como quisieramos.

El alivio comienza apoderarse del interior, ya no existen dolores de estómago, de garganta, de palabras que quisieran gritar, aullar, llorar por aquél cariño que no quiso ser, aquél amor que se negó a estar junto a mí. Lo bueno es que perrito pulgoso dice que tengo que juntar, reunir, aunar, todos los más maravillosos recuerdos vividos juntos, apartarlos de los malos, de los desagradables que ahora me tienen concientemente lejos de ti y mirarlos, acariciarlos y quererlos tanto como quise hacer contigo.
Finalmente creo que odiar tanto al humano abyecto, hace del generador de tan malos sentimientos, un abyecto más.

domingo, 9 de octubre de 2011

Décalogo -y algo más- de lo hacible y evitable en temas del CUCHARON.

En la inexperiencia a los conocimientos en el amor,
enamoramiento, platónicos, flashazos sexuales, amantorios,
amantes, ilusionales, concretables,
hay que tener algunos ítems:

1.- De encontrar un príncipe azul, grisáceo o azulado, en lo posible tratar de decifrar si el sentimiento que nos une, que quisieramos nos uniera, provenga del corazón, de los sentimientos, del alma, de los dolores de garganta y estómago y no así de la cabeza, de las ideas fijas, de lo que se quiere más planeado que sentido.
Sobre todo porque para las como yo, que primero lo planeamos como un posible "proyecto", después nos ocurre que como somos lo que hay, pasamos al  items intenso del enamoramiento y de ahí al sufrimiento sólo cruzar la calle.

2.- Encontrado el producto del amor, de la calentura, de la relación meramente sexual. Es muy importante luchar contra aquél fuego interno conocido como "intensidad", que nos llama a acelerar las horas del reloj, los tiempos biológicos, los hechos, las situaciones, los momentos. Digase en buen castellano, tragarse las ansías, masticarlas tantas veces como posible sea, para que se disfruten a placer los instantes-distantes, de cada encuentro, momento juntos. Y cuando ese momento maravilloso, imborrable, mágico, especial, único esté desarrollandose, no pensar en ¿cómo será el próximo que venga?

3.- Casi de ponerse en el principio de la lista. Haciendonos las interesantes. Entre más nos hagamos de rogar, entre más interesantes, lejanas, frías, distantes-eternidades, nos veamos, más preso de nuestra voluntad tendremos al bistec, al amor de la vida, al príncipe azul, grisáceo, azulado. Una mezcla justa y perfecta entre estar aquí pero no para ser tocada, alcanzada, al menos todavía.

4.- Enlazado con el anterior, No demostrar Interés del todo. Aunque pensemos que si no lo atrapamos se nos irá y comenzaremos a vestir santos. La experiencia nos dirá con el tiempo, que siempre será mejor vestir desde santos a muñecas, que quedarse con el primero que nos mire de reojo, frente o perfil. Hay que hacer una investigación exhaustiva de la presa, casi de convertirse en Sherlock Holmes, en mi caso Inspector Maigret, porque la sopa de cebolla me gusta más. Analizar, observar detenida y discretamente el producto, sus intensiones, reacciones, actitudes corporales, miradas, intensiones de voz. Y toda esta revisión técnica disfrazada, vestida, encubierta con una presencia distante, cautivadora, diva, ironía a granel, simpátia por sobre todo.

5.- Prohibido meterse con profesores, tutores, amigos, conocidos, vecinos y todo aquello que pudiera convertirse en un lío, que de no resultar el embrujo amoroso, tener que toparselo, verlo, chocar, encontrarse en la cola de las tortillas y que tanto desagrado engrandecido aún más que los momentos dulces, sexuales y amorosos, nos den pie a desear con todo el corazón, Cambiarnos o Alejarnos de su Mundo.

6.- Partir de la base que siempre valdrá más Sola que Mal Acompañada. Y ante eso, no al desespero, no a tomar decisiones alocadas, no arriesgar más de lo que se debe, no convertirse en la "cargosa" de una persona que más bien refleja sus taras,  impedimientos, terrores, en uno.

7.- Viajar mucho al extranjero, aunque éste sea Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia. Si se tiene con qué ($$$) vayase lo más alejado de Chile posible, que siempre de los siempres, las posibilidades de ser querida, valorada, estimada, contenida, se verán multiplicadas.
Porque los estudios y las experiencias vivenciales del 98% de la poblacion local, demuestran que los chilenos del sexo masculino (quizás ellos digan lo mismo de nosotras), son en esencia una Mierda.
Les faltan cojones para abordar mujeres interesantes, bellas, inteligentes,  ir más allá de la horizontalidad del colchón, no mearse en los pantalones cuando el "algo" construído podría convertirse en un "maravilloso algo". Les falta voluntad, valor, energía para atreverse a ir más allá.

8.- El arte de guardar muchos secretos, no ser una ventana trasparente, es la madre de todos los corderos, porque los libros abiertos en su totalidad, tras dejar a la vista todos sus conocimientos, terminan enfandado.

9.- Nunca de los jamases buscar en el ser amado, deseado, ansiado, añorado, Al Padre. Menos si éste está muerto, porque cómo les explico lo infructuosa de la búsqueda. Sobre todo si el filio padecía de la enfermedad mental de moda, porque la mera neta ¿para qué buscar pasarlo mal de forma gratuita y espontánea?

10.- No mezclar el amor, la pasión, deseo, con el dinero. Dígase siempre cuenta corriente independiente, o cuenta RUT, separación de bienes, platos, cucharas y mascotas. Dejar por escrito lo que es de cada cual. A menos que estemos hablando de un pololo, novio, marido, amante, proveniente de la alta, rancia, asquerosa, podrida, escasa, inexistente aristocracia local y posea una fortuna que ni en dos vidas podremos gastar, ahí si que hay que compartirlo Todo.

Espero que siguiendo al pie de la letra, cada uno de estos consejos, podamos disfrutar aún más de la vida. Porque no todo es sexo, drogas y rock and roll, también está cultivar el mundo interior, la vida privada de las personas, las pasiones, gustos, sueños, que no necesariamente tienen darse de a dos.
SUERTE, SALUD Y REVOLUCION SEXUAL!!

miércoles, 5 de octubre de 2011

Del tintero.

La venganza.
Todo comenzó con una cagadera colectiva. Por suerte que la casa de Johnny Shats era grande y contaba con tres baños, pero los compañeros de curso éramos 8 y los retorcijones no daban tregua, menos para hacer cola. Así fue como algunos perdieron la dignidad en el borde de la piscina, otros sentados en los sillones del living o camino a alguna parte.


Después vendrían los escalofríos, que no cesaban ni con agüitas de yerbas, menos con guatero en el estómago, así como el coro de lamentos. Me arrastré nuevamente al baño, creo que fui de los pocos que pudo hacerlo, estaba cómodamente sentada en el WC cuando Manero abrió la puerta bruscamente, grité:
- Ocupado!
Fuera quien fuera, la situación no daba para compañías. Pero Manero hizo caso omiso y entró. Me llamó la atención que no se tocara el estómago como todos nosotros y que tuviera la piel en el tono habitual y no pálido y sudoroso como el resto. El asunto es que no pude privarlo de los ruidos estomacales propios de la situación, menos de los aromas que emanaban de la taza del baño. Manero inmóvil frente a mí, apoyado en el lavamanos, con los brazos cruzados sobre el pecho, me miraba fijamente.
- ¿Y a qué debo el honor de tu visita?
- Quería constatar que la estuvieras pasando mal.
- Qué amabilidad, gracias, pues sí, la estoy pasando pésimo.
- Me alegro.
- Qué mala onda Manero ¿Qué te pasa?
- Quería matarte sólo a ti, pero las cosas se dieron distintas.
- ¿Matarme?
Esta palabra salió de mi boca junto al estremecimiento, el sudor frío por los dolores y un chorro de diarrea.
- ¿A que te refieres con matarme?
- A eso, matarte, eliminarte.
No podía levantarme del WC y el rostro inquisidor de Manero comenzaba a asustarme, él que siempre fue tan sereno, cordial, sobre todo conmigo, su querida amiga del alma. Y ahora, estas palabras.
- Después de la diarrea, comenzarán a sentir malestares espantosos jamás soñados, van a quemarse por dentro. No hay nada que hacer, la preparación era sólo para ti, pero al tarado del Claudio Soto se le ocurrió tomarse tu vaso de ponche y no tuve más remedio que matarlos a todos.
Salió del baño. No pude seguirlo porque sus amenazas continuaban haciendo efecto. Abrí la puerta y comencé a gritar ayuda, desde el WC alcanzaba a ver a mis restantes compañeros, desde los sillones o tirados en el suelo, retorciéndose.


Las indicaciones de Manero comenzaron a tener sentido aunque –para mí-, la diferencia entre el ardor y la molestia estomacal, no se diferenciaban tan claramente, porque era tan doloroso e indigno todo y ahora además, saber lo que nos ocurriría. Sin embargo, no lograba entender los motivos de estos hechos.


En la medida que iba perdiendo el sentido, pasé revista a esta noche memorable, en la que festejábamos, los veinte años de haber salido del colegio. Reunirnos cada uno con sus historias, vidas armadas, deshechas, profesiones, logros, algunos con hijos, los más sin ellos. La cita había sido para los del A y el B del colegio, pero a la hora de los quiubos, solamente se dio cita el B, mis compañeros de curso, de los cuales, sólo llegamos ocho, entre ellos, mí querido Manero.


Entre retortijón y estremecimiento, rememoré los viejos tiempos vividos juntos, aquellos en los que compartíamos el placer por comer helado de chocolate en invierno, salir a caminar en las tardes, observando la arquitectura de las casas, compitiendo por quien sabía más de árboles, sus nombres y características. Escaparnos los fines de semana a la casa de mis abuelos en la playa o al Cajón del Maipo, donde sus tíos.
Desde que nos conocimos en 1º medio hicimos amistad. Él formaba parte del inmobiliario de la escuela, a diferencia mía que venía recién entrando. Decía que yo era la mujer más rara que había conocido y él era para mí, el más singular de los de su especie. En el colegio, los ramos humanistas eran lo mío, los científicos, su especialidad, me tocaba hacer los trabajos escritos y él trataba de enseñarme matemáticas, pese a terminar inventando maneras para poder copiarle y pasar de curso.


De mis compañeros, él era el más tímido. Lo del apodo, surgió cuando se estrenó Grease-Brillantina, decían que era idéntico a John Travolta y nunca más lo llamaron por su nombre de pila sino Manero, que a diferencia del actor, estaba lejos de ser el alma de las fiestas, más bien pertenecía al club de los inteligentes, los que gastaban horas hablando de fórmulas, inventos y novedades técnicas. Eran finales de los 80 y la modernidad tecnológica no había llegado del todo al país, sin embargo él fue el primero en tener un equipo de CD y si bien no se le movían las rodillas, menos los tobillos, se convirtió en el DJ de todas las fiestas del colegio.


A mis abuelos, y qué decir a mis papás, les encantaba, aunque mi papá siempre decía:
- A este chiquillo no hay que perderlo de vista, porque vive colgado de las faldas de Susana.
Decía que no era normal, porque ya estábamos grandes y él debía sacar voz y personalidad propia y no depender de la mía que era convenientemente extrovertida. Esta conversación siempre era motivo de discusión, porque si bien sentía que tenía algo de razón, también sabía cuanto le costaba relacionarse con la gente. Y finalmente porque estaba enamorada de Manero, era la persona con la que pasaba más tiempo, con quien compartía todo, podíamos pasar horas y horas en silencio, en el más absoluto silencio, quizás mirándonos.


Nos dejamos de ver años después de salir de la Universidad. Él había estudiado geografía y yo literatura, ambos en la Chile. En campus distintos, pero seguíamos viéndonos, de hecho éramos pololos.
Al egreso de la universidad, él quería irse al sur, complementar la geografía con lo que en su naturaleza visionaria, le indicaba era lo mejor: una empresa de ecoturismo, la que armó junto a un amigo y que les sobrevive hasta la fecha.
Yo lo visitaba en los veranos, paseábamos por Las Torres del Paine, la Patagonia, la pasábamos genial, pero la sola idea de enterrarme entre montañas y nieve por todo el año lo encontraba cero atractivo. Por mi parte, estaba escribiendo, durante la carrera había hecho ayudantías y al egresar postulé a concurso público y quedé dando clases en Literatura. A la distancia, aguantamos tres años, él venía a Santiago en los veranos o yo viajaba para allí.


En uno de esos veranos, planeamos que yo viajara para allá, pero apareció en Santiago sin aviso. Ese año en la capital hizo un calor insoportable, la casa de mis abuelos ya no existía y el Cajón del Maipo era lo mismo que la ciudad, sólo que en versión encajonados entre cerros. Le sugerí que nos fuéramos a Valparaíso, a visitar a un compañero de colegio que tenía una residencial, pero nada le venía bien. Todas mis ideas eran motivo de peleas, se encolerizaba de nada, gritaba. Estúpidamente caímos en una discusión, dijo alguna palabrota en la que yo era la protagonista y le di una cachetada, me la devolvió, yo también, de vuelta, otra por mi mano, por la suya. Le grité:
- ¡Córtala, estúpido! ¿Qué te pasa?
- Voy a tener una guagua.
- ¿Qué?




Contó que había conocido a una chica que trabajaba con ellos, que era como la secretaria. La típica del que no quiere asumir sus propias responsabilidades excusó:
- Me tendió una trampa, yo no la quiero, pero el embarazo ya no se puede interrumpir.
- Pero no tienes que casarte, ¿verdad?
- No lo sé
- Ó sea, si no la quieres, pobre guagua viviendo con unos papás por accidente.
En su esencia insegura no sabía bien qué decisión tomar. Opté por no interferir. Reiteró varias veces que me amaba, que esto había sido un error, que lo ayudara.
- ¿Cómo te ayudo?
Terminamos separándonos. El partió al sur y yo me quedé en Santiago.


Logré arrastrarme del WC, hasta el pasillo cerca del living. Tirada en el suelo, con las piernas flectadas hacia el estómago y los brazos rodeándolos, levanté la vista, mis compañeros estaban en las mismas condiciones. Manero caminaba por entre los cuerpos. Se acercó a mí.
- ¿Qué te hice?
- Debiste quedarte conmigo.
- ¿Cuándo debí quedarme contigo?
- Siempre.


Tenía su rostro pegado al mío y, sin embargo, nubarrones blancos y grises impedían la nitidez. De costado en el suelo, el piso se movía, mi cabeza sin desplazarse giraba y giraba, al abrir los ojos luces amarillas destellaban. Algo líquido salía por mi entrepierna. Vomité sobre mis rodillas, el estómago se estremecía, sentía un baile de tripas y órganos, gorgojos internos, gases externos. Solté mis piernas, me tendí sobre la alfombra de espaldas, con los brazos estirados en cruz. Manero, de pie, me observaba.
Traté de preguntarle por qué hacía esto, las palabras ya no salían. Los pensamientos me llevaban hacia atrás en el tiempo, vi a mis abuelos, a mi papá, comprendí que estaba muriendo. Las imágenes viajaron hasta aquella tarde en que recibí carta suya contando del hijo, que el parto había sido una pesadilla, que la mujer casi muere, que la guagua fue hombre, que había nacido sin brazos.
- ¿Tendría que haberme quedado contigo, la mujer y la guagua? - alcancé a decir.
- Conmigo simplemente.