viernes, 30 de marzo de 2012

Dolores.

Lo peor en la escala de las maldades o insensibilidades humanas son el silencio a respuestas esperadas, desprecio a personas que ni se conocen y peor si se las conoce.
Será porque con los años uno va sumando tantas, tantas experiencias buenas, malas, pésimas, terribles, estupendas, que va creando una dura caparazón contra los ataques  innecesarios, contra el mismo dolor, contra aquellas cosas que traspasan la sensibilidad hiper suceptible que tenemos algunos y que quieren hacerte mierda. En nombre de esos años transcurridos y en los cuales, desde Chile he sumado más malo que bueno en temas del cucharón, debo reconocer que el tiempo transcurrido empieza a servir de algo y pongo activa la caparazón para no permitir recibir tan gratuitamente la maldad de la gente.
¿Cuál será la necesidad de hacer daño?
De aparecerse por la vida y sembrar simplemente dudas, incognitas, silencios.
El baúl de las interrogantes comienza a convertirse en un container y de pronto también comienzo a sentir enormes ganas de lanzar esa pesada caja al mar, que las olas se la lleven lejos muy lejos de mi.

También sé que si no tuviera un viaje ad portas y sobre todo un viaje que me da tanta ilusión, alegría, entusiasmo, creo que me hundiría en los abismos del dolor, de tratar de contestar las dudas que otro debiera dar. Y justamente porque me voy y confieso que guardo secretamente la ilsuiòn (siempre) de no volver, es que decidí categoricamente no permitir que el dolor traspase este momento de la vida.
Y que una vez cruzado la zona en donde dejas de ser persona para pasar a ser viajero, Diosito me coja confesada y permita que la luz más luminosa, maravillosa, esplendorosa se apodere de mi, la mayor cantidad de tiempo posible.
Lejos, lejos, lejos, sin pensar, sin permitir que la obsesión se estacione y comience a preguntarse los ¿por que? jamás de los nunca contestaremos.

martes, 27 de marzo de 2012

En pareja.



Julio y Sara se conocieron en Alameda con San Antonio, coincidieron en la compra de un cepillo plástico color rojo, para rascarse la espalda. Las cuatro manos se fueron sobre el mismo objeto, Julio levantó la mirada y posó la vista en los ojos de Sara, quien le sonrió, él devolvió el saludo y le cedió la propiedad del cepillo. Después un café de carrito en el mismo lugar, conversar de los beneficios del cepillo en cuestión y lo edificante del rascado de espalda.

Siguieron viéndose, él la invitaba a tomarse un café todas las mañanas en diversos lugares de Santiago como el Paseo Ahumada o alguna plaza que tuviera bancas a la sombra. En esos primeros tiempos, a Sara le gustaba conversar y contarle historias a Julio, historias de su vida pasada, de antes, de las cosas que le gustaban, sus sueños, mientras Julio la escuchaba mirándola fijamente, con el tiempo los roles cambiarían. Julio le pediría pololeo y ella, irse a vivir juntos.

Él un hombre de aproximadamente 50 o 55 años, metro 80, fornido pero no gordo, pelo corto y encanecido.  Chaqueta en tono arena, blusas en colores contrastantes azul, negro o chocolate, pantalón de sastre, zapatos imitación cuero en negro, pañuelo de seda al cuello. Voz ronca, tono suave, gentil. Bueno para conversar, exponer sus ideas, puntos de vista.
Sara, estatura mediana, edad indescifrable quizás 40 o 50 años, hombros angostos, contextura menuda. Cabello café claro encaneciéndose, melena crespa hasta los hombros, chasquillas desordenadas en la frente. Abrigo café oscuro largo, de botones forrados en cuero, bolsillos a los costados, solapas de piel aterciopelada en el mismo tono. Vestido largo debajo de las rodillas, en color blanco, beige o palo de rosa. Blusa manga larga, bolsa de plástico de las grandes tiendas en la mano derecha, pañuelo a la cabeza combinando el tono del vestido.

Con Julio nos conocimos porque éramos asiduos a la Plaza de Armas a jugar ajedrez, un par de veces nos tocó competir. En las veces que fuimos observadores, conversamos de todo un poco, compartimos el cigarro, las hojas del diario hasta hacernos amigos. El único tope era cuando divagábamos sobre las vidas propias, si bien ninguno tenía interés de hablar del pasado, Julio a través de respuestas divagatorias e irse por otros temas, terminaba cerrando la conversación. Lo mismo ocurría con su mujer, Sara, a quien la conocí a través de él, cuando llevaban 6 años emparejados. Extremadamente callada, más que conversar solía afirmar con la cabeza cuando Julio le consultaba algo, de voz suave, pronunciando cada palabra, jamás un garabato y con una voz infantil, que sumado a sus modos femeninos, le daban un toque gracioso y especial.

Nos solíamos encontrar durante la semana también, como a eso de las 10 de la mañana, cuando coincidimos en la Plaza de Miraflores para tomarnos el café, ellos decían venir de sus trabajos, oficios que todavía hoy son un misterio, ya que salían a la calle a las siete. Los martes, jueves y sábados caminábamos hasta la catedral, donde Sara iba a misa, nosotros permanecemos fuera fumándonos un cigarro o leyendo el diario. Y de ahí, Julio y yo nos entregamos al ajedrez. Mientras nosotros jugamos, Sara pasaba un rato junto a nosotros observando nuestro juego, ya que Julio decía que ella podría llegar a ser una gran jugadora:
- Tiene una capacidad de concentración y observación que estoy seguro que con práctica podría llegar a ser Botvinnik

Pero después de un buen rato parada, se aburría y partía con su bolsita plástica en mano, a sentarse en el borde de la palmera más antigua de la plaza, a mirar a la gente que pasaba, jugar con los perritos vagabundos o darles pancito a las palomas. Más de una vez tuvimos que ir en su ayuda, cuando algún fanático religioso la atrapaba como victima o alguno de los loquitos que dan sus vueltas por el lugar, pero Sara con su voz suave así como sus modos, no era quien pedía ayuda, sino más bien el ungimiento de Julio por defenderla.
El resto de la semana solíamos coincidir en algún evento cultural de la Biblioteca Nacional o bien a la hora del almuerzo donde Las Viejas en La Vega central.

Las veces que compartimos algún lanzamiento de libro, exposición de pintura o bien seminarios de temas varios, la pareja llegaba muy puntual, acomodándose en los asientos cercanos a la puerta y al finalizar el acto, eran los primeros en llegar al coctel. Sara se encargaba de la observación de los meseros, descubrir donde estaba instalado para ir a ponerse lo más cerca posible, Julio capeaba las copas en  busca de bebida diet para ella y un vino tinto para sí. Y Sara detenía las bandejas de canapés. No eran del público que comparte  la velada conversando con el resto de la concurrencia y eso que éramos del grupo reducido que acude a los mismos eventos y terminan conociéndose bastante bien unos a otros. Siempre muy juntos, a lo más él comentaba algo con alguien, ella en cambio, buscaba comida para después.
También era frecuente pasar por el forestal y verlos sentados en las bancas cerca de la escultura de Ariel al poeta Rubén Darío, pasaban horas ahí leyendo el diario, ella algún libro, haciendo pic nic improvisados o durmiendo la siesta.

En los años que compartíamos alojamiento en el Hogar de Cristo, en la noche de vuelta a casa, solíamos reunirnos a las 9 en algun punto de la ciudad y caminar hasta allá, a esa hora la ciudad cobra otros colores y los personajes más diversos salen a pasear, entre ellos nosotros. El trayecto hasta el Hogar de Cristo, era bastante largo, pero el peregrinar por la ciudad, que nos fue dando la vida, nos permitía caminar largas extensiones de la ciudad.
En aquellos tiempos en el Hogar de Cristo, los encargados del lugar, le otorgaron a Julio y Sara, el beneficio “matrimonial”, de acomodar sus colchones uno pegado al otro, en un rincón alejado del resto de la gente y que con un juego de sábanas martilladas en la pared formando una “l” pudieron armar un privado, con los años, tal distinción sería traspasada por la misma pareja hacia otras parejas que llegaban al lugar.  

jueves, 22 de marzo de 2012

Comienzos...


Los cirios alumbraban el lugar. El aroma a flores de azahar e incienso dominaba el ambiente. Atravesó el umbral, se arrodilló y persignó. En un costado estaba la fuente bautismal, metió los dedos de la mano derecha, los mojó y aprovechando la humedad de éstos volvió a persignarse. A paso lento caminó por el pasillo, en el lugar solo estaban los ramos dispuestos en el principio de cada fila de asientos, los cajones dispuestos en el altar y la figura de Cristo. Se aproximó a los ataúdes, dejó entre los dos, un enorme ramo de flores de varios colores y alargando los brazos tocó la superficie de madera de los féretros. Se acercó a cada uno, abrió la tapa delantera dejando los rostros, tras el vidrio, al descubierto, los besó, dijo algo en susurros. Volvió a arrodillarse frente al altar, persignarse, para retroceder hasta la primera fila de asientos, cerca de la puerta, sentarse y esperar.

jueves, 15 de marzo de 2012

... ¡¡¡ Tía MARINA ¡¡¡


Los arrepentimientos no entran en esta página. Por más que los pensamientos me lleven a todo lo que no hice, lo que no le alcalcé a decir, todas esas cosas que le ocurren a las personas cuando querían, debían, tenían y al final nada de nada.

Querida Tía Marina,
Usted realmente hizo del regreso laboral a mi colegio, la mejor parte. Con su sencillez, simpatía, con la gracia, los chistes que nos contábamos, como respetuosamente nos reiamos de tanta gente. Cuando nos cambiamos de sede y estuvimos todos esos meses con los cabros chicos, realmente creo que fueron los mejores tiempos en esa mala idea de trabajo que tuve. La compañia de los mocosos con mocos, la de Mónica y por supuesto la de usted.
Cuando nos encerrabamos en nuestra hora santa y privada de almuerzo, que más parecia fiesta gastronómica y la Tía Anita quedaba cucha de por qué pasábamos tantos buenos ratos simplemente comiendo. Los programas de TV que veíamos a esa hora santa, esos programas horribles que le gustaba Tía, realmente usted si que tenía valor moral para aguantar cada cosa............ 

Y su amorosidad llevada a la máxima de las máximas, esos huevitos maravillosos y deliciosos que traía de su campo, las verduras, los tomates más rojos y deliciosos jamás nunca vistos, menos probados. Tanta dulzura mi querida Tía Marina, tanta, tanta dulzura.
Entonces pienso en que no le retribuí de la misma manera su generosidad.
Que debí llevarla más veces al doctor.
Al oculista ¿se acuerda cuando fuimos a esos barrios que usted no conocia? y después usted a mi a los que yo no sabía si quiera que existian.
Querida Tía pese a que no nos vimos nunca más, le diré que la recuerdo nitidamente. Recuerdo su carita, su cuerpito bajito de piel dura y firme. Como subía y bajaba las escaleras del colegio con sus herramientas de aseo como si fuera una quinceañera, gracil, rápida a pesar que las dos sabiamos que ya le dolía hasta el alma, que más bien debería estar en su Lampa querida, con su amado Carlitos, disfrutando de la vida, de los perritos, politos, huevos, hortalizas.

Ay mi querida Marina,
esa pena que surge cuando se sabe que ya no tendrá sentido ir al colegio porque usted ya no estará,
entonces uno quisiera volver el tiempo atrás y hacer lo que no se hizo en el momento.
Tan cerca que estábamos.
Pero no qiuero pensar en los peros irremediables porque eso son y en vez, recordarla, recordarla tal y como la última vez que nos vimos. Rememorar las tardes encerradas en la cocina, las conversas, las historias de su familia que compartió conmigo. Tomarnos un cafecito, un pancito de esas delicias que usted misma hacía en su casa y que traía para que disfrutaramos y después rodáramos.
Gracias eternas linda Tía Marina.
Porque es una gran persona, un luminoso ser que vamos a extrañar siempre, siempre, mucho, muchisimo, eterno.

domingo, 11 de marzo de 2012

Una marciana suelta en la tierra.

De tanto en tanto, como aquellos temas que no logran salir de forma espontánea, 
regresa hasta mi mente el temita aquel sobre "lo diferente" que puedes llegar a ser.
Pienso en las miles de voces que en el tema han dado veredicto,
las medito chorrocientas veces y a veces termino alojandolas, hasta nuevo aviso, en algún cajón enpolvado de mi mente.

Hace unos meses mi psicoloca en turno, dió algunas directrices de los por qué soy como soy y no me parezco a nadie. Que en realidad creo que no estaba tan alejada de la realidad, ya que sus dichos, dolieron como patada de mula y opté por no ir más a sus sesiones, porque casualmente todo cuanto me decía me dolía tanto y me enviaba en viaje directo a la misma mierda, a replantearme hasta las maneras diversas de como tomarme la sopa. MUCHO!

Y es que estoy hasta más arriba de la coronilla con esa manía que tiene la gente que se cree normal, en tratarme como una ex convicta culpable de asesinar algo muy preciado.
Soy absoluta y totalmente distinta a lo que el manual de las buenas costumbres, el devenir y la ruta de cómo llegar a la felicidad establecida, ordena. ES VERDAD.
1.- No estoy casada a mis cuarenta y tantos preciosos años.
2.- Tampoco tengo novio que se me conozca, a menos que fuera en un momento desmemoria, del cual casualmente, no recuerdo.
3.- No tengo hijos y tampoco los tendré, aunque adoro con ensoñación a ciertas guaguas del mundo unido.
 4.- Antes tenía un gatito hermoso, amarillo, de rayitas blancas, ojos amarillos, pupila negra, al que se le formaba un triangulo invertido en color blanco, entre sus ojos y el hociquito. Era el amor de mi vida, quien me proveía de todo aquello que el ser vivo puede necesitar: amor, calidez, compañía, calor, de hecho más de una vez me sirvio de pañuelo, cuando abrazada a él, los mocos caían y sus pelitos fueron el mejor contenedor. Lo amaba, lo amé y lo amo y vaya, vaya cómo lo extraño. Y desde que se murió, la vida se me fue un poquito a la chingada. El dolor a por su perdida hizo de mi una nueva persona un tanto insensible para muchas cosas, le resté improtancia, valor y sentido a cosas que antes apreciaba de sobremanera, creo que también me pasa con algunas personas, situaciones puntuales, sentimientos, lugares, olores. Pero así ocurre cuando te alejan violentamente de lo que tanto amabas. Quien padece del corazón ensoñado sabrá de lo que hablo.
5.- Vivo en la casa de mis padres, ahora solo con mi madre (porque el otro ya se fue para los cielos) y desde casi un año con mi hermana menor.
La casa es hermosa, digamos que soy un tanto mandona y la he armado a mi pinta, sobre todo el jardin interior pequeño, verde y cumplidor.
6.- Trabajo y trabajo como la hormiguita trabajadora.
Y cada que he juntado su peculio, me largo a viajar por el mundo, siempre, siempre, con la esperanza de no volver, sobre todo ahora que no tengo a mi gato amado.
 7.- Tengo por pasión escribir. Algún día algo más largo que un cuento, algo  más consistente que una anécdota diría PT.

Y pues parece que esa forma de ser y vivir, desconcierta al 99,9% de la humanidad que me rodea. 
Algunos en momentos determinados pensaron que era lesbiana porque no tenía perro que me ladrara, hasta me llevaron de antros lesbicos para que descubriera a la amora de mi vida, cuando caché las intensiones, tuve que explicar que puede existir el caso de no tener hombre a tu lado y no ser necesariamente lesbiana, que podría ser que seas del gusto de nadie o que odias al genero humano, también al masculino, vaya uno a saber, tantas razones pueden haber.
Otros cuando me veían ir a fiestas con amigas, simplemente me tildaron de leslie sin chistar e intentar de a como va la cosa en la vida.
Ninguno se ha tomado la molestia de hacerme gancho, una cita a ciegas, presentarme algún viudo, soltero(n), seminarista escapado de su iglesia o de perdis un ciego..

Pero en todo caso y como vivimos en una sociedad intrinsicamente "egoista" que cada quien se mueve en su metro cuadrado o "baldosa", que va por su pellejo y por el mismo ciuda y lucha. Entonces pues, deberían de mirarse más el ombligo y dejar a los otros, a las otras, a los que han considerado "distintos", vivir como chuchas se nos antoje.
Porque la verdad de la milanesa, es que no me considero una persona triste con la existencia que tengo, que he armado. 
Me gustaría obviamente, viajar todos los días del año, trabajar en algo que me de para ir y venir o ir y no volver más. Pero así es la suerte del asalariado, que lo seré pero al menos no padezco un jefe que me esté apurando, para eso tengo mi propia PYME: Colomba Orrego Servicio de Transcripciones.
Finalmente  feliz a mi modesta manera. 

Solo que como vivo en esta sociedad de mierda, en la que traigo colgado el cartelito de la "marciana suelta en la tierra", de pronto me cuestiono el devenir de mi existencia y el hecho de ser tan distinta al resto y como para delante y para atrás la diferencia marca horas y años, pues paso a deprimirme. Por suerte el azote no es lo mío y no duro demasiado tiempo en ello. Pero lo desagradable es el tiempo perdido, sea el que sea, cuestionandose todo, todo, todo, mandando muchas veces a la chuña las buensimas cosas que he hecho con mi vida.

Me acuerdo que alguna vez le dije medio en broma y a la defensiva a alguien, que seguramente la persona que me corresponde vivía en otro país (México o Argentina que son los lugares donde viviria a ojos cerrados) o quizás, lamentablemente, habia sido atropellado hace algún tiempo. A saber. 
Porque cuando estoy en la fase pajera de pensar ¿por que yo no?, reviso con detalle alemán pros y contras de mi persona (porque como siempre está esa absurda e inevitable sensación de que uno es el culpable cuando algo no anda del todo bien) y no entiendo por qué yo no. Sé que sonara asquerosamente egocéntrico pero la neta del planeta, es:
- Que me encuentro altamente simpática, no precisamente el monstruo de la laguna negra.
- Salvo en cuanto a inteligencia y sino me encarrilo por el camino de los cuentos chinos con una maestria que nadie, ni el más capo de los inteligentes, podría decifrar si todo lo dicho era verdad o mentira. 
- Ahí medio que soy curta porque unos que muchos libros han caido en mis manos, porque las neuronas me funcionan, lo que pasa es que sino me interesa nomás no tendrás mi cara de atención hipnotizando tu mirada. Soy selectiva en mis intereses y no pierdo el tiempo con lo que no me agrada. 
- Sé mucho de cine no porque le haga al séptimo, sino porque tuve un papá que era una enciclopedia andante (aunque desmemoriado) y a su lado, vi tantas peliculas, directores, historias, actores, como memoria pueda soportar, con la novedad que tengo una de elefante adolescente. 
- La lectura que me atrapa hasta dejarme sin respirar es la del siglo XIX digase Tolstoi, Dickens, Dostoyevsky, Chejov, todo, todo aquello que aman los rucos que finalmente tenían toda la razón del mundo. Obvio que no le hago el quite a la litera contemporánea, pero el detalle, descripción y ambientación de todo aquello que no podrás conocer porque no existe o ya se termino; ES LO MIO.
- Soy una chica trabajadora y por lo tanto independiente, no tengo intención alguna de ser mantenida porque no soporto el control bajo mis hombros, inmediatamente saco la pistola que llevo dentro y pum pum le doy matarile. 
- En esencia creo que con los años me he conviertido en una vieja de mierda, más no precisamente cu.... porque para bien o para mi mal, además soy "modosa" y creo en el apendice aquel que reza "que con amor es mejor".


Al leerme, comprendo que en realidad soy bastante rara, pero que tanto y además que ya no hay devoluciones. Pero quizás asusto y por eso nadie del sexo interesante, digase masculino, se atreve conmigo..........trato de desdoblarme y pensar en la situación siguiente:
- Soy otra persona y me topo conmigo, que ya no soy yo si no que otra y miro (a la que era yo), me acerco y le hablo. Ella, la antes yo Colomba, sale con un discursito como el anterior en una situación semi propicia............¿qué haría?............. ¿escaparia?.......... chale eso de ya no tener mis dones de desdoblamiento es un tema.
En resumidas cuentas no solucioné nada.
Sigo siendo la misma marciana que al inciar este monologo, pero no desde la vagina, eso es un avance.