martes, 6 de diciembre de 2011

Fuerza interior.

El asombro a por la fuerza interior aterra,
la ausencia de lágrimas,
incapacidad a esparcir el dolor por todas partes,
a gritos, a estrellones, golpes, descontrol.

El optimismo floreciente,
necesidad de cantar, mirar al cielo con sus nubes azules, quizás estrellas,
el cielo tornándose a la oscuridad,
la copa de los árboles y negarse a que la tristeza la apañe,
¿escapismo?
¿fuerza interior?
¿negativa absoluta al dolor?

Días en los que se estrujaba la pena y las lágrimas,
pero éstas no afloraron,
latiendo desde el delineado ocular,
el pecho apretado,
la garganta sin sonido,
estómago apretado,
síntomas apropiados sin reacción.

¿Frialdad?
Pero las palabras llegan a lo más hondo,
significados, aromas, sensaciones, vibrando en el alma, subiendo al corazón, lanzándose por la boca,
árboles que erizan la piel, colores, olores, presencias estremeciéndola.

¿Lágrimas mal lloradas?
¿Derrochadas en historias de amor fantasiosas?,
otras reales y hermosas,
las más de novela inglesa, rusa,
sensibilidad absoluta,
y no por los hechos concretos.

Cuando los canales al idilio se cierran,
ni por perritus pulgosi puedo ansiar, añorar, atraer, amar, plantonizar,
realidad, concreción, realidad, concreción...
más fuerte que la voluntad, por tantos años alimentada,
por los idilios perfectamente estructurados, armados, ensoñados, vividos, disfrutados, amados, ensoñados,
amigos, amantes, historias hermosas, momentos espectaculares, nosotros, los nosotros, los de CA, CRA para siempre, perritus pulgosi, Principe Andrei Bolkovsky.

Ensoñación.
¿Hacia donde ir?
Idilio - Mundos paralelos.
¿La ruta correcta?

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