lunes, 12 de diciembre de 2011

En el mundo de las mujeres.

Si fuera azotada como varias veces al día suelo serlo, podría decir que una maldición poderosa se cierne sobre mi existencia. Si lo pienso sensata, metódica, contemplativa y racionalmente, confirmo que efectivamente no sé en qué porcentaje, actualmente en el mundo habemos más mujeres que hombres. La frase primera,  le vendría como una cachetada en frío a las mujeres que me leen (si es que hay vida en esa dimensión), ya que puedo sonar un poco despectiva.
Pero disto años luz de tal intención, simplemente ocurre que soy una mujer más de aquellas miles que poblamos la tierra, que tanto en lo particular como en masa, desearía con todo su corazón encontrar a su principe azul. Al chico, joven, madurito con quien compartir los abriles, otoños, alegrías, tristezas, caminar de la mano bajo la lluvia, bajo el sol incesante.... Y ocurre -para mi padecer-, que esa ensoñación es cada vez más clara de que es algo no tendré, no alcanzaré alcanzar con facilidad, menos prontitud.

No porque mi espiritu azotado, considere que soy presa de un conjuro despiadado, que alguna bruja condenada, deposito sobre mi por algún perote cometido. Sino más bien porque la competencia no sólo es desleal si no que hay mujeres para dar y agarrar y repartir, en donde más que Perritus Pulgosis, pues es altamente dificil, por no decir improbable que encuentre al amor de mi vida.
Si a eso le sumamos que la suerte en amores, no ha estado precisamente de mi lado, entonces pues ya debería estar sacando el violín, quizás la cuchilla bien afilada o al menos, la soga con la cual poner fin a este calvario de una vida vivida sin el chico de mis días que me ame.

Porque no pido simplemente la compañía para no estar sola. Ya que sola he estado siempre, así nací, he crecido con la capacidad forjada y saboreada a la soledad, al silencio, la lectura, ir al cine en compañía de mi misma, conversar conmigo, escuchar musica y caminar por las calles de la ciudad en compañía de mis amigos eternos y entrañables, pero imaginarios y yo. No busco llenar ese espacio de soledad, que más bien adoro, sino que compartirlo. Abrir el mundo interior, personal, mío solamente, que nadie absolutamente conoce (sólo tu Perritus Pulgosi pero nosotros somos de otra dimensión), compartirlo y esperar que él haga lo mismo con el suyo para mí. Caminar por las calles de la ciudad en su compañía, compartir la música, conversar, pelearnos, gritarnos y después ser los más amantes del mundo. Un compañero, un amigo, un amante, un novio, un apoyo, un hombro, alguien con quien reírse de las tonteras miles de la vida, alguien a quien apretarle la mano en los momentos en que el alma se aprieta, con la pena en la comisura de los ojos, abrazarlo cuando se siente soledad a raudales, amarlo simplemente porque está, porque existe, porque es.

Suena tan profundamente hermoso como irreal, casi más que mis amiguitos imaginarios, que en vez tienen forma, cuerpo, rostros, voces y que han estado siempre ahi, pero cuando quiero tocarlos, abrazarlos, apretarles la mano, quizás hasta besarlos........... no están.
No sé que va a ser de mi vida, ahora que constato esta situación. Tanto esfuerzo por volver a ser la más hermosa de las modestas, luchar día a día por ser realmente la más bella y que aquel chico, joven, maduro correcto, de pronto me descubra caminando por la vereda, tomando la micro, entrando a la sala del cine y sepa que soy yo, yo la suya, él el mío.

Y vuelvo entonces a la realidad, coloco los pies en el suelo, presionandolo y así mismo las ideas se aclaran así como también las caídas de veintes, un poquito de pena, tristeza recorre mi mente y trata de alojarse en mis ojos para hacer caer un par de chorrocientas lágrimas, que la nariz se torne rojiza y aquel agudo pero quedo llanto emerja.
Pero algo más poderoso que yo, quiero creer que el optimismo o la negativa a simplemente hundirse en la pena sin luchar, impide abrirme al dolor, a las lágrimas, a la lastima de esta pobre mujer que todavía no conoce el amor y a este paso ya  no tiene para cuando.

Porque perfectamente podría detener de golpe todo, los sueños, las esperanzas, lo construido, logrado, alcanzado y simplemente entregarme a la destrucción. Dejar todas aquellas cosas que en su efímera circunstancia, provocan tanta alegría en mi vida (quizás precisamente porque son instantáneas) y ahogarme en el dolor, el hoyo negro que se abre invitandome a saltar y caer, caer, caer sin regreso.
Pero supongo que eso no pasa porque no está en mi naturaleza. A veces siento que la esencia de mi ser es el de una cabezota de tamaño importante. Quizás sería bueno volver a esos tiempos infantiles en los cuales sacaba provecho de la pena de otros. Hasta que apareció Ariel (mi amigo judio) y me hizo ver lo feo de esa actitud.... y fue tanta la vergüenza a por ello que jamás de los nuncas volví por esa senda. De hecho actualmente desprecio a todos los que la practican.

Pero entonces volvemos a la constatación del mundo poblado por mujeres.
Aquellas mujeres, muchas de las cuales son mis amigas, buenas amigas, hermanas, sobrinas, primas, de la tercera edad que rondan, que han estado siempre ahí, siempre cerca. Y finalmente el asunto está en que mientras las hormonas revolotean en mi interior ya no en un simple vaivén sino más bien en una juguera tipo huracán, regreso al punto de partida, en donde comparto el mundo con las mujeres, las otras como yo y si bien a veces muchas quisiera por todo lo antes dicho, estar más bien rodeada de masculinos, tendremos, tendré que aprender a vivir con ellas y aprender sobre todo a vivir sin ellos y sin echarles en falta de forma asfixiante.

Sin dejar de lado todos los grandes logros sumados este 2011, las energías, motivaciones, ganas de ser más y mejor. La vitalidad para saltar, correr, caminar de aquí hasta el fin del mundo. La energía para alcanzar todas aquellas metas internas del body, contemplar y gozar de los logros alcanzados.
Y en el camino además encontrar la dósis perfecta para equilibrar las  ganas locas de ser amada y un día cualquiera toparme de frente con el amor de mi vidas y las improbabilidades de que eso ocurra. Quizás atinar y cruzar el charco, la cordillera, el mar, las nubes, las estrellas si es preciso.
Pero por sobre todas las cosas del mundo, aprender que por más que una quiera encontrar el love, love, ensoñado, nada menos apropiado que inculcar ideas preconcebidas y estructuradas que lo más probable es que nos lleven por los malos caminos de la vida, aquellos a los que tan fácil suelo caer. Un poquito de por favor y anda al oculista para mejorar ese mal de ojo o ese ojo tuerto que te gastas.
otro y yo lesbiana sí que tendría campo de elección.

No hay comentarios.: