sábado, 12 de noviembre de 2011

Pérdidas.

Ayer mientras comenzaba a escribir un cuento, no cualquiera sino uno muy especial, constante la sensación latente de una pérdida que viene en camino.
Perder siempre deja un desagradable sabor, tanto en el alma, qué decir en el corazón. Mientras comenzaba a escribir pensaba en ti mi querido sisterno, en los añales que llevamos conociéndonos, en lo que nos ha costado construir lo que tenemos, la amistad sincera, transparente, incondicional (por mi parte), el amor intenso y profundo que profeso a por tu persona desde aquél día en Bruselas 150, aquella mañana para mí (a saber si lo era) en que bajo una aureola de luz apareciste en nuestra casa, en nuestras vidas, en mi vida.

Justificar el por qué de esa sensación de ser el hermano más querido, "el hermano" con el que se comparte la vida, las pequeñeses, grandeces, el amor profundo, los días de cine, de helados, la complicidad de tomar coca cola pese a lo que "Papá Ogro" dijera. El verdadero hermano, con el que sin hablar se entiende todo, el cómplice, con el que se puede tener las discusiones más acaloradas, decirse los insultos más pesados, lanzarse uno que otro plato, desaparecer por horas, hasta semanas y saber que cuando nos reencontremos, las "yayas" habrán sanado, el amor resurgido y continuaremos siendo los más sisternos del planeta, queriéndonos tanto o más que antes.

El ejemplo a seguir después de mi papá, tu admiración a por él, el cariño a por mi  mamá, el descubrimiento al brócoli, una vida maravillosa de años compartidos a tu lado. Y ahora por pendejadas o quizás no tanto, siento que comienzo a perderte, que pese a tenerte tan cerca, cruzando la cordillera, te perderé. La sensación es tan fuerte, tan honda, que gatilló escribir este cuento donde finalmente abro, muestro, descubro el secreto, el verdadero secreto de por qué tu y yo sí somos "los más" hermanos, entre los sisternos.

Es como una despedida. A saber cuantos años tendrán que sumarse hasta que volvamos a coincidir, encontrarnos y querernos, aceptarnos, transparentarnos como hasta hoy. Te quiero tanto mi sisterno del alma y sin embargo no puedo evitar palpar esta pérdida, que te aleja de nuestro lado, por más cercanos que estemos. Sentir que no serás el mismo, quizás porque no ocuparemos el mismo sitial que antes en tu corazón, en tu cabeza, en tu vida, en tu mente. Quizás son celos, quizás sean los años que pesan, donde uno cambia y/o piensa cosas diferentes y/o no está de acuerdo en todo. A lo mejor sería el momento para demostrar lo que realmente somos, derribar todos los obstáculos y simplemente continuar queriéndose toda la vida.

No lo sé, por ahora sólo siento fuertemente la sensación que te pierdo, que te vas, que ya no estás, que no somos los sisternos de hace un tiempo atrás. Los que nos quedamos fuera del entierro de mi papá, que volvimos a la tumba a rendirle un homenaje, compartiendo el dolor de la lejanía.
Pero no olvides nunca que por sobre todas las cosas del universo: TE QUIERO MUCHISISISISIMO!!

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