domingo, 6 de noviembre de 2011

Nosotros.

Fuiste a buscarme al taller de los lunes, el Bobe te habría dicho dónde encontrarme.
Yo estaba en la sala cuando apareciste, me llamaste por mi nombre......voltié atónita al sonar Colomba en una voz latidamente conocida. Estabas ahí parado en el umbral de la puerta.
Sentí esas intensidades no tan solo de sueños, sino de momentos mágicos inucitados, de cuando el mundo se detiene, el rededor desaparece y sólo existimos tú y yo.
Sonriendo volviste a llamarme:
- Colomba, necesito conversar contigo.
- ¿Conmigo? 
- Te invito a tomar algo y te cuento.

Pensaba para mis adentros "tomarnos algo" como si fuera lo más normal del mundo, como si nos encontráramos tantas otras veces en ninguna otra parte. Era tal la alegría que no pensé en nada, si quiera la posibilidad que fuera un sueño.
Partimos con rumbo a la calle.
Ninguno dijo nada y las miradas iban y volvían de tí para mí.

Subimos al jeep que tenías estacionado afuera.
En calidad de tú copilto, nos mirábamos de soslayo. Hasta que preguntaste:
- ¿A donde vamos?
- Tú sabrás.
- Quiero un lugar sin demasiada bulla, para poder conversar y donde también podamos comer y tomar  algo porque me muero de hambre.
- Somos dos y tengo el lugar indicado, dije.

Nos sentamos al fondo del lugar, donde la bulla no sonaba y éramos los únicos moradores a la redonda.
- Me separé
- ¿Qué?
- Después de la noche aquella que nos volvimos a encontrar y que tuve el desatino de llegar con mi ex, comprendí que mi vida tenía que cambiar. Confieso que ese día fui un cobarde de mierda, porque sabía que de llegar solo las señales serían evidentes.......... sólo puedo decirte que la pasé pésimo esa noche y comprendí perfectamente que te alejaras de mi.
- Si, esa noche fue realmente un suplicio, pensé varias veces en irme, toparme en el barullo de gente contigo era insoportable, sobre todo en un momento que intentaste acercarte con tu señora al lado. Me dije  ¿este tarado creerá que seremos todos amiguis? Te odié tanto esa noche.
- ¿Y después me olvidaste?
- ¿Tú qué crees?

De pronto acercaste tu mano a la mía, rosándola a penas, hasta tomarla. La piel se me enchinó trasportándome a aquella primera vez "tu piel rosando la mía, tu mirada fija en mis ojos, tu respiración sobre mi boca".
- ¿Y por qué me buscas recién ahora?
- Porque tenía que estar seguro de los pasos que estaba dando. No quería acercarme  hasta no tener algo que ofrecerte. Es que tienes que entender que somos dferentes, de mundos distintos, lo cual es precisamente lo que me fascina de ti.

Sin soltarnos de la mano dijimos a coro:
- !!Ahora podremos caminar juntos por la ciudad. Mojarnos con la lluvia, correr y pisar los charcos. Viajar a Buenos Aires, llevarte a mis lugares consetidos y yo a los míos !!!

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