sábado, 11 de marzo de 2017

El ángel que se fue al cielo.


En mi cruzada nostálgica,
amanezco este sábado de marzo,
enterándome que el Paparra ha partido.
Y en esa nueva ausencia,
no puedo detener a las añoranzas.

Añoranzas por los ayeres,
por mis ausentes,
que en la memoria llevo.

Las muertes hace tiempo que no me sientan bien,
quizás porque a cierta altura de vida recorrida,
miramos hacia atrás, más veces que pa delante,
al menos a mí me pasa,
camino con la vista adelante
pero mirando hacia atrás,
a mi atrás de hace tiempo ya.

Añoranza de ayer,
de mirar a mis ausentes,
a mis atrás,
buscar y encontrarme.
Encontrar el atrás,
el inicio del rito,
el juramento de amor... eterno.

Eterno amor a México
y la vida transitada allí,
con mis ellos, ellas, tu, él.

Y después,
cuando todo aquello contenido en la burbuja de mi vida nostálgica,
sucede,
transcurre pero no sucumbe,
siempre presente, firme, constante,
repienso, remuevo, rencoro,
para volver amar.

Y en esas nostalgias por la vida,
recorrida, vivida,
surgen siempre latentes,
las muertes,
de mis vivos amados,
transformados en ausentes ensoñados.

Muertes de los que aferrados a la vida,
quisieran seguir viviendo y haciendo,
haciendo y viviendo,
injusta suerte o decisión,
que quita corazón a quienes quieren latir,
colmando de vida a quienes malviven,
malaman, malquieren,
malos, malas, mal.

Manucita, mi sisterna acertó,
como suele hacer,
en aquello que ocurre a veces,
de los regalos,
de permitir abrazar, querer, abrazar
y amar simple y casualmente al ser amado.
Esa persona que quiere vivir,
vivir, cantar, escribir, leer, vivir.

Regalos que aprecian,
los que no los reciben
o a los que les faltó tiempo,
para reconocer una despedida,
recuperar el tiempo que se va.

Atraparse en abrazos de instantes alargados en verano,
de quererse y proteger en invierno,
acariciar y cuidar en primavera
y volver abrazar, amar, querer, cuidar en otoño.
Abrazar, querer, amar,
rememorar carita, acariciar,
manos, calidez,  abrazar,
querer abrazar, acariciar,
a los amados que se despiden.

La despedida es difícil de identificar
y los que no la distinguen,
creen que tendrán otra oportunidad,
donde usar todos los instantes de un minuto,
de las horas y los años,
pa no quedarse con el vacio hueco,
con el alma suspirante
y el corazón nostalgiado por siempre jamás.

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