martes, 17 de junio de 2014

De cosas a cosas.

Una cosa es la claridad, certeza,
obtenida tras el paso del tiempo,
del que se desconoce duración
y que hace finalmente salir,
a luchar, continuar en la vida,
aprendiendo, sumando, conociendo...

Otra cosa es decirle al corazón,
a los sentimientos,
aquellos que no hablan,
ni gritan, ni expresan
pero se comen las ansias y todo lo que entre por la boca,
toda el azúcar del universo,
para saciar, tapar, negar y ojala olvidar,
el dolor de espiritu.

Constatar que pese a las lombrices y serpientes que salgan por mi boca,
palabras vacías,
soy la única que acepta al otro tal cual es,
defectuoso, 
gordos, feos, negros, rubios, lindos, chatos, altos,
lindas, feas, mentirosas, cuenteras, inteligentes, tontas,
mientras ustedes ellas y ellos,
en distintos momentos de la vida,
vean lo que soy, la que soy y pretendan transformarme,
hacer de mi lo que no soy,
sin aceptar, reconocer, conocer, querer,
además de ignorar, olvidar, despreciar.

La duda cala,
¿volver?
¿volver a quién?
a la imagen de una yo armada de corazas de amargura,
oscurecida por la venganza, 
ojo por ojo.

O volver...
pero no a las mismas sendas,
ni a las mismas personas,
pasear si por los mismos caminos,
a las nostalgias siempre, siempre,
pero no a ellos ni a ellas,
sino que obviarlos, ignorarlos, borrarlos,
comenzar a sumar a otros, otras.

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