lunes, 9 de diciembre de 2013

Corazón Kamikase.


Este fin de semana volé la barda en materia de emociones energéticas.

Pasé sintiendo que el corazón se salía, que el infarto venía,
que quizás el fin se acercaba y no tuve miedo, me daba lo mismo.
Pero reflexioné sobre los por qué y descubrí que estoy cargada, cargada, llena, repleta, rebosante, de odio.

Odio a tanta gente o peor, siento tanta rabia, tanta, tanta,
deseos intensos de matar a golpes a esos a quienes detesto,
ira incontrolable, destellos de fuegos artificiales que salen por mis ojos,
ira, coraje, rabia, deseos de violencia verbal y física.

Y por qué?
Porque odio a los que siguen vivos,
a los viejos para mi -de mierda., que siguen vivos,
odio que pasen de la muerte de mi mamá,
que sus vidas, que el mundo entero, no se haya detenido,
paralizado, terminado, pulverizado.
Como lo está mi corazón,
como es la tristeza que inunda mi alma,
que ciega a la aquella persona -que ya no sé si fui-, que era buena, que quería, que quería bien, que podía mirar con amor, con cariño, que valoraba al otro, que quería estar rodeada de otros.

Ahora pienso y siento a veces,
que si me mandaran a una isla desierta lo agradecería infinitamente,
porque estaría lejos de todos los soretes del mundo, que curiosamente cada segundo son más.
Pero anoche hice un semi cese al fuego,
serían las puntadas en el corazón,
la respiración agitada,
el cansancio total,
pero sobre todo el tener la humanidad cargada de sentimientos tan oscuros,
no es que sea Candy Candy, pero cuando odio tanto, tantísimo es porque mi sosiego está perdido.

Y no es que pretenda recuperarlo para el bien mundial,
nada que ver,
siguen sin importarme mayormente los que pululan por la tierra,
lo haría, de hacerlo, única y exclusivamente por el gasto energético personal,
porque no soy así,
por más dolor, rabia, coraje que sienta,
no soy así,
no solía detestar a tanto infrahumano y además desear de todo corazón romperle la cara,
para qué, que lata más grande gastar fuerza y energía en seres que no existen en mi alrededor,
seres soretes -como bien dice mi sisterna Manucita-, existirán siempre, pero al menos que tenga en mis manos una fórmula perfecta para arrasar con ellos de la faz de la tierra ¿para qué gastarse tanto?, a lo más serían los violadores a los derechos humanos, pero para ellos es mejor que sufran, sufran muchos miles de años, que hacerselas tan fácil como matarlos.

Y porque ya no quiero sentir este odio tan profundo,
por gente que no mueve mi vida,
que los encuentro sin principios, basuras humanas,
pero que su inconsistencia no altera, modifica, moviliza mi vida,
entonces para qué tanto,
y en cambio concentrarme única y exclusivamente en el amor a por mi madre, en el dolor por su ausencia, en el hondo, profundo, sincero dolor por su ausencia.
Que moviliza, todos y cada uno de mis actos, para delante y futuro, que quizás cambie, altere todo cuanto me rodea.

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