miércoles, 17 de julio de 2013

Albricias a la vida.

Si existe alguien en el mundo aferrado a vivir, esa es mi mamá.
Mirando desde fuera, ahora que parece que hemos dejado atrás momentos en los que sentimos casi que mi mamá se nos iba, comparo el ímpetu, las ganas, la fortaleza, el entusiasmo por vivir de ella con el de mi padre.
Porque pensandolo bien y mirando desde fuera, mi pairecito amado, al final de sus días, lo que menos quería era seguir sumando ni días, menos meses, años, quería irse, estaba cansado, cansado sobre todo de sufrir, por una cosa u otra pucha que sufrió el caballero. Supongo que el meollo del dolor de mi padre, comienza con su bipolaridad que fue en aumento, a medida que pasaban las décadas, a eso hay que sumarle en la lista de los innumerables dolores, la muerte de su espina, del karma, dígase su hijo mayor, y que en vez de aliviarle la carga con su ausencia, aumento el punzante deseo de ya no estar más.
Supongo (porque no  lo sé ya que no tengo hijos) que será por aquello que dicen que nada más terrible para un padre o madre, que el hijo se vaya antes que ellos y más aún cuando el hijo muere en circunstancias tan malas, como fue el caso de mi hermano Andrés.

Y sigo comparando la fortaleza de mi mamá con la debilidad, el envejecimiento, de mi papá. Aquel hombre hermoso, vigoroso, con el que nos tocó crecer, el que armaba los viajes más increíbles, contaba las historias más entretenidas de su vida, nos llevaba a los lugares más increíbles y hermosos, los paseos por la playa kilometros y kilometros lejos del mundanal ruido o andar en bote él dirigiendo el rumbo y mi mamá y Antonio remando. La energía para pelear, para enrabiarse y adquirir el apodo del "Ogro". La energía para hablar, para hacer de las convicciones la forma de vida de todos quienes lo escuchábamos. Ese era mi padre, el padre joven, energico aunque por edad ya no lo era tanto y sin embargo increíblemente vigoroso, con un hambre e impetú por vivir.... hasta que llegamos a Chile y toda la historia cambio, cambio, cambio, hasta que se murió.

Mientras que mi madre, aquella mujer que al lado de mi padre no tenía voz menos voto, y sin embargo era la que guiaba al capitán andando en auto o a pie, hasta en el autobus con destino a cualquier lugar. La que llevaba en su cartera la vida misma: aspirinas, sueter, comida, anteojos. La que nos ayudo siempre, siempre con las tareas, los trabajos,  a estudiar lo que no nos entraba. La compañera fiel de mi papá, no sumisa, tampoco callada porque cuando podía bien que levantaba la voz y bueno, mi papá la hacía callar, pero siempre muy por debajo de la energía y voz de mando de mi papá. Y sin embargo todos los años que vivieron juntos, con sus cosas buenas y malas, el amor de ellos intenso, intensisimo, duró y duró hasta que mi papá se fue. Y que todos pensamos que la vida de ella pasaría a cero, que querría morirse, porque su razón vital, la permanencia en la tierra, ya no estaba.

Y aqui estamos, aferrada, aferrada y gustosa con esta vida sin él, esa vida que todos consideramos tan "aburrida o fome", pero que a ella sin duda, le gusta tanto. La monotonía de leer el diario todas las mañanas, después del desayuno, más tarde las revistas, el libro que este siguiendo, en la noche la Tv, los programas y series. Sin mucha posibilidad de salida producto de tanto cigarrillo y pienso, yo en su caso, con el pidulle que me caracteriza, no sé, no sé, realmente no sé si tendría tantas ganas de quedarme en esta vida.... lo bueno, lo increible es que ella, mi madre si, y gracias a esa energía, a ese impetú por seguir leyendo el diario, ver a sus nietas, a nosotras, leer, ver la TV, es que nuevamente le ha doblado la mano a la mala suerte, que a toda costa quiere llevarsela.
Realmente que mi mamacita chula, es una mujer admirable, de luchar tanto, tanto, tanto, por mantenerse con vida, para darnos una nueva oportunidad a nosotras sus hijas, de aprovecharla, quererla, cuidarla, como merece.
Albricias Mamita linda y querida!!!

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