martes, 11 de octubre de 2011

En retirada.

Alguna vez dijiste algo que ya ni lo recuerdo.
Hace no mucho tiempo dijiste más cosas, todas las llevo en mi  memoria,
pese a los peros, a los miles de peros que se cruzan en nuestro camino,
en el que yo quería recorrer contigo,
miles de palabras, ideas, frases, momentos, continúan cruzándose.

Estaba segura que con las palabras firmes, unidas a las sensaciones de desilución, habías quedado apartado más allá del Jardín de los Cerezos, casi como un sueño, como un momento mágico vivido desde otra dimensión. Mi perrito pulgoso ayudaba a cerrar las heridas, a que no duelan tanto las muchas situaciones que dijiste, hiciste, miraste y me hicieron doler.
Más volver a saber de ti, justo hoy, hoy podría haber sido cualquier otro día, pero hoy, en mi amado, idolatrado, ansiado, cabalisticamente suertudo día martes. Y el revoloteo constante y sonante vuelve, vuelve, regresa.

Pero lo alejo voluntariamente,
o creo al menos hacerlo,
no sé si resultara, en el transcurso del día, quizás también por eso me adelanto rauda a escibir,
a vomitar todos los pensamientos, sensaciones, impulsos más fuertes que una,
los cuales quieren salir y hacer barbaridades,
olvidar, comenzar, iniciar.
Por suerte está la conciencia, la diferencia, aquello que finalmente y después de todo ha sido el derrotero en mi existencia, no parecerme y menos actuar de la misma manera que ellos, que sufrieron quizás innecesariamente por un amor loco, sufriente, tortuoso.
El perrito pulgoso me acompaña en las noches, meditando, analizando todos los puntos de vista, las ideas, las intensiones, los momentos. Y eso ayuda para que el alma fluya, no le quede ni un rastro de tristeza, de amargura en el interior y buscar nuevos horizontes. Ojala todos fueran con el perrito pulgoso, pero nos conocimos en dimensiones diferentes y no nos queda más que sobrevivir y disfrutar lo que tenemos, que es mucho, pero no todo como quisieramos.

El alivio comienza apoderarse del interior, ya no existen dolores de estómago, de garganta, de palabras que quisieran gritar, aullar, llorar por aquél cariño que no quiso ser, aquél amor que se negó a estar junto a mí. Lo bueno es que perrito pulgoso dice que tengo que juntar, reunir, aunar, todos los más maravillosos recuerdos vividos juntos, apartarlos de los malos, de los desagradables que ahora me tienen concientemente lejos de ti y mirarlos, acariciarlos y quererlos tanto como quise hacer contigo.
Finalmente creo que odiar tanto al humano abyecto, hace del generador de tan malos sentimientos, un abyecto más.

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