miércoles, 20 de julio de 2011

Maravillarse.

Una semana se cumplió.
Y al abrir la boca sentí que la magia capturada, las sensaciones congeladas emprendían el vuelo. Días enteros de seguir el conjuro y con tan solo unas palabras, algo en el aire cambió. Los colores se tornaron distintos.

Y es que llegó el momento de la constatación, sin dejar de lado, menos olvidar, sino  más bien maravillarse cada que volvemos el tiempo atrás, a por los sucesos vividos, nitidamente sentidos, presentes, constantes, ahora recordados.

El sueño llegó después de constatarlo,
esa claridad constante y distante y a la vez cercana,
cuando las piezas de los sentimientos, regresan a sus lugares originales.
Y un destello por dentro y fuera, permanece presente por lo que el futuro traiga consigo.

Estaré.
Ya no en el mismo lugar, tampoco a la misma hora, ni con la misma ropa, menos rodeada de los mismos árboles. Pero estaré y atenta, por si los conjuros deciden unirse a las sensaciones que vuelan por los aires, a través de las hojas de los arboles más hermosos y frondosos.
Estar sin estarlo todavía, sin adelantarse a los hechos, pero estando.

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