domingo, 31 de julio de 2011

Tan solo días.

Anoche pensaba en los cambios producidos desde un día en particular.
Ya ni el color del pelo es el mismo,
desde la primera sensación,
la apariencia,
los días que fueron transcurriendo,
todo, todo, todo,
fue cambiando.

A veces me gustaría detener el tiempo,
sucesos importantes, sensaciones vitales,
dejarlas congeladas y sacarlas del frezer cuando necesite despabilar mi corazón,
remecerlo de verdaderos, puros, sentimientos.

Como los que dejaste,
como las sensaciones que emitimos,
los destellos,
las estrellas fugaces que volaron por los cielos para los dos, en esos días.

Desearía tanto, tanto, tanto,
y a la vez el terror de que no ocurra,
o si ocurre sea distinto,
que los hechos se dieran perfectos,
como nunca,
como jamás.

Que los que no ayudaron,
ahora remedien sus egoísmos,
y los que se tenían que reencontrar, en los tiempos que fueran.

Nos dimos vueltas en la arena, hasta que vimos regresar la luz del sol.
Igual que el mar y las estrellas, unidos por siglos.

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