domingo, 19 de junio de 2011

Desilución.

En las últimas semanas han pasado cosas tan intensas.
Cosas que han provocado certezas que a veces me pregunto si será bueno constatar o sería mejor hacerse la loca. El problema es que a veces resulta dificil hacerse guaje, cuando los descubrimientos van directos a mi corazón. Áquel corazón intenso, que siente y vive de manera acelerada, esperando que todo aquello que nunca ha llegado realmente, lo haga, ocurra ahora. Y no termina de pasar.

El problema es que en las intensidades de las últimas semanas, he descubierto con gran desilución y dolor, que lo más seguro es que aquello que tanto anhelo, ocurra, llegue, suceda, no pasará.

Durante mucho tiempo pensé que era a causa de mi apariencia. Y que por tal, cuando reencontrara a la verdadera, aquella que yo si veo en reflejada en los espejos y vitrinas, cuando todos la vieran con los mismos ojos que yo, el problema estaría solucionado, porque todos coincidirían en que la nueva apariencia es realmente la de una chica totalmente linda y con eso bastaría.
Lentamente fui descubriendo para mi pesar, que si bien hay muchas tontas, huecas, estúpidas, dando vuelta por el mundo, por las calles, cerca mío, justo a mi no se me permite, menos perdona ser una de ellas. O sea que además de ser linda, tengo que ser inteligente, culta, interesante, decir palabras que queden alojadas en el cruce de pensamientos de las personas que me escuchan. Y no es que yo sea rematadamente tarada o estúpida, el asunto está en que lo a que a mi me interesa de sobre manera, suele el 99% de las veces no interesarle a ninguna de las personas: hombres, mujeres y demonios que circulan en mi medio social, amistoso, cultural, callejero.

A eso podemos sumarle, que tengo el plus (para mi) y el contra para los otros, que amo con demasiado fervor a un país que no es en donde vivo. Que suelo ser demasiado directa, sensible, ultra sensible, suceptible, extrovertida, parlanchina, elocuente, sociable, amistosa, solidaria, generosa, simpática, loca, alocada, exaltada, radical, frontal, excentrica. Y una serie de adjetivos pro y negativos, que a la hora de los quiubos tan solo me sirve para alejar, auyentar, a lo que en este instante preciso más desearía tener a mi alrededor: los hombres.
He descubierto con gran dolor, desilución, que no importa tanto que sea diferente de apariencia y así agradable a la vista de los otros, sino que el problema en realidad radica en la persona que soy. En la escencia de mi ser, naturaleza, personalidad.

La primera reacción ante tales descubrimientos, fue por supuesto comerme al mundo envuelto en chocolates, pasteles, papitas fritas, almendras, panes de todos los estilos. Después cuando comencé a percibir que si seguía por esa senda, iba redonda a reventar. Estoy en proceso de cese al fuego contra mi misma, pero el problema que me surge es que antes tenía una ilusionada motivación por la cual moverme, que era la de que al cambiar la apariciencia todas mis carencias desaparecerían.
Actualmente me encuentro en la parte en la que después de darle muchas vueltas, pensar quizás en darme un balazo (comprar antes la pistola), colgarme de  la viga (en mi casa no hay), envenenarme (tengo para matar ratones), pero parpadeo en mi interior la certeza que además de estar necesitada como todo ser humano, a ser querido, aceptado, amado, idolatrado, también quiero vivir. Continuar viviendo como hasta ahora, porque todos estos años sola, la he pasado bien, viajando, viendo cine, conociendo gente, escuchando sus vidas, riendome junto y de ellos. Entonces la muerte también queda descartada como solución al problema.

En frío y más bien queriendo sacarle el bulto al asunto, pienso que si he estado siempre only the lonely, afrontando los vaivenes de los bajones, saliendo adelante, igual he sobrevivido y podría continuar en ese ritmo. Pero después otro parpadeo de luces me hace ver que esta vez, no quiero seguir sacandole el bulto a los hechos, quiero afrontarlos y ver soluciones certeras. Estilos de vida for ever para mi vida.
Me acuerdo que hace unos años atrás, estando en México, mi querida amiga Laurita no se le movieron ni las pestañas cuando le conté que  hacía añales que no tenía perro que me ladrara y no suficiente con sentirlo algo "súper normal" me dijo "ES QUE HAY PERSONAS QUE NO FUERON HECHAS PARA ESTAR EN PAREJA". Yo no quiero ser de esas personas. Yo quiero tener un alguien sólo para mi, quizás no necesariamente para vivir juntos, porque con mis 42 años al cuerpo tengo mis mañas y la neta no tengo ganas, espiritu menos, qué decir personalidad para dejarme someter por nadie. Pero si quiero que exista alguien para mi.
Yo no quiero estar en la lista de aquellas personas que "no fueron hechas para estar en pareja". Yo quiero estar hecha, quiero tener un novio, uno para mí solita.

Pero entonces vuelven las certezas, aquellas malditas certezas que me recuerdan las veces que he interactuado con un hombre, que además me gusta y que soy mismamente yo, la que mata toda posibi,idad de cualquier cosa, justamente al son de la intensidad - intensa, de querer tener a esa persona a mi lado. La persona en cuestión debe oler que hay algo intenso que asusta y vuela despavorido para no regresar jamás.
Así como operan a los obsesivos compulsivos, para mitigar su mal, deberían operar a personas intensas como yo, para que se les olvide para siempre que necesitan lo que no tienen. Sentirse conformes, felices, euforicas con lo que si las rodea y no desear lo desconocido, que solo palpita a través de las películas, de los rostros de aquellos hombres que me gustan, de las sensaciones, de las miradas. Que todo eso, sea eliminado, congelado y no se sienta necesidad, extrañeza, ausencia por lo no tenido, que no se tendrá jamás.
¿Existirá esa operación?

En lo que lo averiguo y me opero. ¿Qué hago con mi vida?
La pregunta lamentablemente para mi, tiene una respuesta que replica sonoramente desde mi mente hacia fuera: asumir que nunca encontrarás a nadie, porque eres tu misma con tu necesidad intensa de tener, la que los auyenta.
Entonces ¿debería ser amargada?, ¿malvada?, ¿irónica?, ¿malhumorada?
Dudas, dudas, dudas.
¿Qué hacer, qué hacer?

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