domingo, 11 de julio de 2010

7 de julio

El 7 de julio me latio todo el día,
de esas cosas raras que ocurren cuando pasan,
me latía y latía como si el corazón se hubiera escapado de su lugar.

Y fue hasta el día siguiente que caí en cuentas,
que recordé como un piedrazo en la cabeza,
que cierto negrito de corbatín blanco,
de maullido tierno,
de pelaje suave,
colmillitos blancos,
gomitas de patita de oso,
había muerto ese día.

Aunque pasaron sus horas, no te olvido mi querido ATILA.

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