lunes, 4 de diciembre de 2017

Y la decepción se apoderó de todo.

La mirada buscaba 
y al mismo tiempo,
dejaba de hacerlo,
no estaba para que mis ojos lo vieran.

Demoré el momento,
jugando a extender ese instante,
mintiéndome y calmando la palpitación.

Lo reconocí de inmediato.
mis ojos se clavaban en su espalda,
lo distinguí entre la multitud,
lo vi y temblé,
la piel se erizó 
y escapé rauda de ahí.


Intentar iniciar la ruta en sentido contrario,
negar las palpitaciones,
el aceleramiento corazonal,
la respiración álgida
y por la mente sólo cruzaban imágenes,
las suyas.

Detenerme en sus ojos,
en el color de su piel,
y volví,
intentando no repetir los pasos,
caminando hacia atrás si era preciso,
distraer vista y pensamientos.

Hasta que me encontré con su mirada, 
jugando a alejarme,
que no me interesaba,
caminé mientras soñaba, que sus ojos se clavaban en mi espalda.


¿Existe realmente el encuentro?
mi parte mentirosa engañó la tensión,
negando y esperando,
busqué manera de hacerme saber presente,
ahí, casi al frente suyo,
él en cambio solo levantó la mano como quien solicita la cuenta, 
para perder la vista, en otro punto más relevante que mi presencia.


En ese instante comenzó la decepción,
haciéndome cómplice del juego trivial,
adolecida por la perdida de ilusión,
sintiendo la fuerza del viento,
llevándose de mi todo, todo,
ensoñación, alegría, amor, amore.

No lo permitas por favor,
no dejes que su fuerza de viento poderoso, supere a la mía,
quedarme sin esperanzas,

sería lo más cercano a ya no vivir....

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