martes, 13 de noviembre de 2012

Lo fuerte de lo terrible.

Lo fuerte de lo terrible es que pese al tiempo transcurrido,
de alguna manera el daño sigue haciéndose,
esta vez de mano de otras manos más conocidas que ninguna.

Esas pequeñas grandes situaciones, nostalgias, momentos ya inexistentes, quizás nunca habidos, que siguen latiendo a veces lento, otras no tanto, algunas mucho más fuerte.

Pegado que es el ser humano,
adherido en lo malo, en lo que no tiene vuelta,
en todo aquello que ya pasó,
y que por impactante, latente, dolorible, se quedó dañando como todo para el mundo.

Tener que luchar,
luchar contra eso,
eso,
¿que es eso?
eso que no se ve,
ni se palpa,
pero se le conoce por completo.

Luchar y no hay energías para hacerlo,
sentada mirando el horizonte, las horas y años pasar,
sin ánimo, esperanza, ganas, energías, de hacer, detener, acción, mover,
hacer,
ninguna intención de hacer,
en ese deshacer que finalmente provoca que todo lo obtenido, valorado, logrado, se diluya en el aire,
sino fuera por la constancia de su existencia,
de que sí existió,
hablaríamos de sueños, irrealidades, fantasías.

Ningún entusiasmo,
desgano absoluto,
dejación, abandono,
abandono, pero no de morir,
tan solo de no hacer, de no luchar, no creer ya que se puede lograr a través de la lucha,
sin esperanzas,
de aquellas que te hacen creer, soñar, esperanzar, ilusionarte para después caer.

Demasiado realismo,
realista,
real, concreto, aquí, ahora, lo que se es, lo que hay, lo que habrá, la cuasi certeza de lo que sí habrá.
Cambio,
¿para qué?
¿para qué cambiar?
buscar un objetivo, razón, motivación, alegría, ilusión, felicidad,
nada, nada, nada,
abandono total de todo, nada, todo, nada, todo.
No depresión,
y sin embargo el realismo la mejor cara de la depresión,
demasiada claridad de la realidad, del realismo, de la depresión, ausencia de mascaras, se es lo que se es, hay lo que ves, lo que tocas, ni más ni menos, ni malo ni bueno, simplemente eso.

No hay comentarios.: