miércoles, 10 de noviembre de 2010

Odas!!

Desencuentro - Encuentro.

No hay que fiarse tanto de los latidos del corazón, de las palpitaciones que te aseguran que algunas cosas podrían suceder.
Desde que se habló del suceso pensé inmediatamente en ti,
en volver a verte,
en la maravillosa sensación de volver a verte.
Por un instante-distante, pensé que no te reconocería,
que el tiempo transcurrido podría haber cambiado tu cara,
algún detalle que impidiera saber quién eras.

De hecho cuando recién llegué, había un otro que me miraba fijamente y pensé que en ti....
pero al verte entrar, lo supe de inmediato.
Me paralice de punta a cabo,
tantas hora añorando este instante,
el momento en que nos volvieramos a encontrar y nos buscaramos
-y a escondidas-,
casi a hurtadillas,
a sabiendas tuya y  mía,
nos miraramos de pies a cabeza, mucho, mucho, mucho.

Pero pasaste por el lado,
sin siquiera mirarme,
ni por un instante-distante...
y pese a que la noche estaba radiante,
los amigos lo hacían sentir así,
sentí un frío dentro mío,
de esos bajones que muchas veces no explico el por qué,
unas ganas como de derretirme y desaparecer,
de no haber soñado nada, nada,
quizás,
hasta de no haberte conocido nunca jamás
y así no tener que enfrentar este cruel desencuentro.




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Intensidad - Velocidad.

Las mismas ansías de todos los lunes,
la  misma sensación,
las ganas furiosas por estar ahí,
de frente,
escuchar su voz,
y por esta vez, yo al centro de todo,
al centro del pecho
con el pecho abierto
más que nunca,
quizás como nunca más...
y en el ambiente,
sus palabras inundándolo todo.


Esta vez todo resultó perfecto,
yo al centro de todos,
mirando fijamente,
atrapando los movimientos más pequeños,
los invisibles,
y era como si el curso de los minutos estuvieran dirigidos solo a dos,
la que contesta, el que pregunta,
el que lee, la que escucha,
el corazón que se me sale del medio del pecho,
mi corazón latiendo fuertemente,
del pecho abierto.

Y sus ojos clavados en los míos,
la sensación de sentirlos,
la agradable sensación de ser observada,
de no querer que ese instante termine nunca jamás.

Salir corriendo contra todos los obstáculos que pudieran surgir,
solicitar más atenciòn de la ya entregada,
bajar juntos las escaleras,
mirándonos de reojo, de lado,
clavándonos las miradas, palabras, frases...


Sólo comparable con la energía eléctrica que atraviesa el aire, tu cuerpo, el mío, cuando haces el amor con la persona que más has amada en el mundo.

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