martes, 22 de enero de 2013

Principios.

Cada que vuelven a mi mente, corazón, sentimientos, alma, este tipo de situaciones, me acuerdo enormemente de mi padre y de sus acciones, las cuales muchas, muchas, por  no decir todas las veces, lo llevaron a quedarse solo.
Pero quiero decirte padre mío, amado mío, que me pasa igual que a ti y que asumo con orgullo, sinceridad y mucha convicción cada una de mis desiciones así sea que el castigo o pago por ser una persona con PRINCIPIOS, implique el quedarse solo.

Por ahí alguien diría que en realidad no hay peor soledad que estar acompañada de personas que no te valoran, que se omnibulan por razones de corte siútico, arribista, porque tal o cual persona, viene del extranjero aunque sea más local que un plato de porotos con riendas, pero ha vivido fuera y en esta sociedad sin identidad, que arrermeten contra sus orígenes, se comportan de forma más malinchista aún que los propios malinchistas.
Más no por ello claudicaré en mis ideas, concepciones, principios, decisiones, así tenga que quedarme sola, como siempre lo he estado. Qué tanto el cuento de la soledad, si para mi no es un trauma, dilema, dolor de apretuje de alma. Lo gacho es sentirse sola y eso por suerte, a mi no me sucede, porque me tengo, los tengo, tengo a mis CRA, a los gatitos de Manucita ensoñada, a Manucita ensoñada, los árboles del mundo, las historias en mi cabeza, las letras, los libros, el mundo en sí mismo. No claudicaría jamás de los nuncas por el simple hecho de no sentirme sola, al contrario, más me quedaría sola, con total felicidad.

Lo que si y una vez más y quizás falten por sumarse unas 300 millones de veces más en la vida y en mi vida, es comprobar, constatar, detectar que las personas, algunas personas a las que uno quiere más, distingue en amor más que a otras, no son capaces de sentirlo, descubrirlo, devolverlo y van y te clavan, traicionan, con la mayor indiferencia. Como si aquella persona por la que inesperadamente se desviven, alguna vez en la vida las miro, se enteró que existían.
Ese es el pecado, dolor, castigo, de vivir en un país con un porcentaje bastante elevado de personas que valoran todo aquello que brilla, porque en su esencia no son más que urracas. Desmereciendo a la pobres urracas, que seguramente tienen más corazón que estas que no deberían si quiera, merecer este destile de rencor.
A suerte suya que ya no envió cartas envenenadas, ni pierdo el tiempo más allá de exponer estos sentimientos oscuros, negros, sangrientos que oprimen mi corazón, que sino, que sino, el mundo estaría plagado de muertos de mi propia mano.

Pero la vida se hizo para recorrerla, viajar, irse, volver, irse y en ese rumbo, estoy segura, sinceramente segura, que me reencontraré con las verdaderas personas, las verdaderas amigas, los verdaderos sentimientos que se quedaron englobados en mi burbujita sincera de principios, decisiones, pensamientos, amores, y que a cada segundo se acerca más y más el momento de volver a reunirnos y olvidar, por no decir que ya lo he hecho, a todas estas otras personas viles que para mi desgracia me rodean....

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