viernes, 10 de septiembre de 2010

Cuando dicen que la historia es nuestra.

Creo que las fechas previas a los acontecimientos que marcaron tanto a un país, como a una familia, como a cada integrante del país, como a los de una familia, son momentos, horas, muy extrañas. Hoy partí con rumbos claros, tenía cosas precisas que hacer, una de las cuales me provoca gran ilusión, pero sin embargo, la historia estaba todo el tiempo pegada en mi mente, cual si no fuera suficiente, el día amaneció raro, como frío, como nublado, como extraño, como esos días de septiembre que son totalmente indefinibles.

Y de pronto sin más -para colmo en la micro-, me dieron unas ganas inmensas de llorar, los ojos se me llenaron de lágrimas y por mi mente pasaron tantas imágenes, tantos recuerdos, tantas ideas, que impedían controlar el flujo lagrimal......... pero es que llorar sola y en público !!es lo peor¡¡, pero las lágrimas no entienden del rídiculo, de la soledad, de la compañía, simplemente se arrojan, sin embargo, algo que no fui yo, las contuvo y se quedaron pegadas, estacionadas, detenidas, congeladas.

Pensé en todos los que no están, en mi papá, en mis amados abuelos, en mi Gogo, en la Escobita, en el Atila, en todas las mascotitas que hemos perdido, que he perdido.
Pensé en los momentos històricos. Y justo iba pasando por La Moneda y la miré y miré como creo que nunca antes lo había hecho, como si no fuera hacerlo más, la miré fijamente como llevándome su imagen para siempre. Y pensé en estas cosas de la historia que ocurren cuando suceden, que ahora El Palacio de La Moneda, le pertenece a la derecha. Que son ellos ahora, quienes caminan, corren, suben y bajan escaleras, se sientan, hablan, por los mismos lugares que debió hacerlo Allende...
Y entonces nuevamente la historia y nuevamente los procesos sociales y la historia de mi familia y nuestros propios procesos sociales y lo que éramos y en lo que nos hemos convertido y los que de ésa familia quedamos y los cuestionamientos de ¿dónde estamos? y ¿quienes somos? y ¿para donde vamos?, surgen una y otra vez y siento que necesito respuestas y de pronto que ya no o que no quiero todavía, quizás más rato o tal vez mejor hundir la cabeza en la tierra, pero sé que no soy de ese estilo y entonces las incognitas repiquetean más y más fuerte.....
Y las dudas y las penas y los deseos de simplemente llorar se arrojan y quieren simplemente ser.

Así ocurre cuando sucede que dicen "que la historia es nuestra".

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