sábado, 24 de enero de 2009

El pasado encontrado

Hace unos días atrás me junté con una amiga querida del pasado, que he vuelto a encontrar. Una amiga querida del pasado y querida de la vida, que por miles de razones deje atrás. Y que lamente su ausencia durante todos estos años. Tanto como lo hiciera al volver a Chile y dejár en México a "Conchita" mi amiga de Guadalajara, tan distintas y tan amigas.

Y es que la amistad para mi siempre ha sido mas un problema que una sanacion.
Me cuesta, me ha costado y ya no sé si me continuara costando tener amigos, mantener amigos. Pero con mi amiga del pasado - recuperado, analizando miles de veces los por qués de nuestro alejamiento, he caido en cuentas que el principal "pero" que tengo, es la incapacidad de aceptacion ante lo que considero "amoral, impropio, inadecuado", de juzgar, juzgar y juzgar. Que en realidad me pregunto si no será mas bien "miedo" por querer hacerlo y que algo tan fuerte como mi conciencia me impide materializarlo.


El tema es que el día de la junta con mi amiga antigua - recuperada, tras chacharear de la vida, de las cotideanidades, de las existencias, cuando la luz del día se había ido y el frescor comenzaba a surgir, caminamos como tantas otras antiguas veces sin norte claro o con un norte conocido sólo por ella, hasta dar con una placita en la que en otros tiempos antiguos, pasamos varias veces y nunca nos detuvimos. Y fue ahí que rodeada de la noche, las estrellas, mis amados árboles variados, hermosos, frondosos y añejos, decidí sin decidirlo y casi sin pensarlo, sólo como una certeza interna o una piedra en el zapato, que había llegado la hora de las "verdades", de las "sinceraciones".


Porque necesitaba que supiera que pese a todos los años sin ella, no la pude olvidar y siempre extrañe nuestra linda amistad, nuestra capacidad de permanecer juntas quizás inmoviles, quizás hablando, quizás caminando y sentir -por lo menos yo-, una comunicacion profunda, una vinculacion honda sólo comparada con la que se produce entre Manu y yo o la que se producia entre German y yo.
Y le largue todo, todo, todo cual si hubiera recibido mis tan temidas "cartas"de despedida. Sólo que esta vez, la sinceracion, era mas bien una oda al "mea culpa". Queria que supiera por que me aleje, queria que conociera mis debilidades, mis miedos, mis trancas, mis tonteras, queria que las escuchara al mismo tiempo que yo y que el eco sonara varias veces para darme cuenta de lo que decía y a quien se lo decía.


Y fue intenso y ella se quedo mas bien callada
y yo no paraba de hablar, de sincerarme, de decirlo todo
y ella callada
no impresionada, si observante, quizás analizando mas de lo que creo
y la noche estaba hermosa y los perritos corrían a nuestro rededor y los árbolitos llamaban para que los abrazara.


Después llego el momento de la partida,
volvi a la casa y de ahí en mas mi cabeza ha quedado dada vueltas
convulsionada
con la sensacion de extrema sinceracion, de extrema apertura y quizás un poco vacia.....
y no se si es un vaciamiento positivo
porque en parte me quede con la sensacion de haberme quedado sin secretos, sin misterios, demasiado transparente, demasiado abierta. Y sin embargo, contenta de haberlo soltado todo, todo lo terrible, lo malo, lo que pense de ella, de mi, de las conclusiones buenas y malas, las decisiones buenas y malas, todo, todo, como si fuera una catarsis no buscada, mas bien encontrada.


Entonces ha sido que desde ese día en mas me he cuestionado todo
mi proceder
mi vida antes, durante y despues
me he visto pequeñita a su lado, invisible, no vivida.......
fundamentalmente no vivida
porque muchas de las razones "amorales" de mi hacia ella consistian en que ella le pasaba en "amores, coqueteos, segundas y terceras basses" todo, todo lo que a mi a penas.
Por tal, comienza mi maquina mental a darse manija y a sentir que por mis "moralidades, trancas" me he quedado al margen de tanto, de tantas cosas, de tantas experiencias, emociones, sentimientos. Y todas esas cosas que nunca han pasado en mi vida y que me hacen cuestionarme hasta por qué sigo adelante.
Reviso mi vida mil veces y trato de ser lo menos critica conmigo, un poco de piedad y ver que si bien "muchas cosas nunca las he vivido", pero he tenido otras, otras experiencias, otras vivencias, que han hecho de mi la que soy para bien o para mal, para tomar o dejar, para dar o rechazar. La necesidad concreta de aceptarme mas que rechazarme, de mirar con bondad mi vida, mi camino labrado, mi rumbo, los rumbos que todavia puedo tomar y sentir siempre, siempre que soy "el marciano en tierra extraña".


Supongo que es el ejercicio justo tras una catarsis no buscada y si totalmente encontrada, donde se dice mucho, quizás mas de lo debido y en el que despues hay que hacerse cargo o guardar los retazos y ordenarlos y nuevamente darles sentido, razon, peso, valor.
Porque yo se que aunque he vivido la vida de "un marciano en la tierra", muchas de las situaciones vividas las he gozado, amado como podria haber amado a un hombre y por tal, no puedo desmerecerme y asi tampoco "desmerecer" a otros por haber vivido mas que yo.

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