En mi cruzada nostálgica,
amanezco este sábado de
marzo,
enterándome que el Paparra
ha partido.
Y en esa nueva ausencia,
no puedo detener a las
añoranzas.
Añoranzas por los ayeres,
por mis ausentes,
que en la memoria llevo.
Las muertes hace tiempo
que no me sientan bien,
quizás porque a cierta
altura de vida recorrida,
miramos hacia atrás, más
veces que pa delante,
al menos a mí me pasa,
camino con la vista
adelante
pero mirando hacia atrás,
a mi atrás de hace tiempo
ya.
Añoranza de ayer,
de mirar a mis ausentes,
a mis atrás,
buscar y encontrarme.
Encontrar el atrás,
el inicio del rito,
el juramento de amor...
eterno.
Eterno amor a México
y la vida transitada allí,
con mis ellos, ellas, tu,
él.
Y después,
cuando todo aquello
contenido en la burbuja de mi vida nostálgica,
sucede,
transcurre pero no
sucumbe,
siempre presente, firme,
constante,
repienso, remuevo,
rencoro,
para volver amar.
Y en esas nostalgias por
la vida,
recorrida, vivida,
surgen siempre latentes,
las muertes,
de mis vivos amados,
transformados en ausentes
ensoñados.
Muertes de los que
aferrados a la vida,
quisieran seguir viviendo
y haciendo,
haciendo y viviendo,
injusta suerte o decisión,
que quita corazón a
quienes quieren latir,
colmando de vida a quienes
malviven,
malaman, malquieren,
malos, malas, mal.
Manucita, mi sisterna
acertó,
como suele hacer,
en aquello que ocurre a
veces,
de los regalos,
de permitir abrazar,
querer, abrazar
y amar simple y
casualmente al ser amado.
Esa persona que quiere
vivir,
vivir, cantar, escribir,
leer, vivir.
Regalos que aprecian,
los que no los reciben
o a los que les faltó
tiempo,
para reconocer una
despedida,
recuperar el tiempo que se
va.
Atraparse en abrazos de
instantes alargados en verano,
de quererse y proteger en
invierno,
acariciar y cuidar en
primavera
y volver abrazar, amar,
querer, cuidar en otoño.
Abrazar, querer, amar,
rememorar carita,
acariciar,
manos, calidez, abrazar,
querer abrazar, acariciar,
a los amados que se despiden.
La despedida es difícil de
identificar
y los que no la
distinguen,
creen que tendrán otra
oportunidad,
donde usar todos los
instantes de un minuto,
de las horas y los años,
pa no quedarse con el
vacio hueco,
con el alma suspirante
y el corazón nostalgiado
por siempre jamás.
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