jueves, 26 de julio de 2012

Los malos actos que pagamos en esta vida.

Será por los miedos que a una le meten en la infancia, de que todo lo malo que uno hace se paga, que después con los años y la edad que comienza agolparse sobre la espalda, vamos descubriendo que los que la hacen más que mal, es decir, aquellos que matan, roban, torturan, desaparecen, denuncian, mienten, traicionan, ellos y/o ellas pareciera ser que no lo pagan como debieran, digase a través de las leyes sociales.

Pues creo que no es tan así, o sea evidentemente que el pago a través de un juicio justo y donde sean condenados y después hechos prisioneros, esa justicia, esa si que tarda añales en llegar y a veces no ocurre jamás, sin embargo, basándome en mis teorías  infantiles de "el que la hace la paga", creo que todos, todos, todos, finalmente en esta vida, ponen en cero sus deudas. Lo que pasa es que las maneras no son las que quisieramos y sobre todo no son apreciadas por todos, menos por los culpables.

Por ejemplo, conozco una persona que tiene para su pesar, más gente que la odia, que le desea lo peor del mundo, que la detesta, que gente que la quiera, aprecie y valore. Pues bien, obviamente que ella no se ha hecho cargo 100% de esa energía que sus adversarios, casi todos victimas de sus triquiñuelas por alcanzar poder, metas, dinero, posición, le envían todos los días de la vida, pese a la cantidad de esotermismo que la rodea, de fuentes de agua cristalina que hay en los lugares donde se desenvuelve, de machis, limpias y demases, ella todavía no repara en que quizás y ni tan quizás, la enfermedad de su madre y hermano no sea simplemente un asunto de salud, sino que más bien es el costo por los malos pasos, las malas causas, las trampas, la manera poco transparente con la que ha hecho fama y fortuna. Porque dicen por ahí que quienes hacen el mal, lo pagan no en carne propia sino que con el dolor de aquellos a quienes más amamos.
Y así podriamos estar todo el día mirando la vida de otros.
De paso yo también miro la mía, claro que yo fuera de robar un poco de plata cuando chica, otro tanto más cuando adolescente, no he matado. Si he mentido pero con esas historias falsas, no he engañado mortalmente a nadie, no le he hecho un daño definitivo a persona alguna. No he traicionado. Y sin embargo hago una revisión continua de mi vida, de lo que soy, lo que tengo, lo que no, lo que me falta y a veces creo que de alguna manera algo no está totalmente claro, transparente.

Pero creo que para hacer este tipo de observaciones o hay que ser muy pajero como yo o tener algún tornillo suelto o pasar demasiado tiempo del día pensando. Porque la verdad, dudo mucho que los malos bien malos, pierdan el sueño pensando en estas cosas y que si lo han hecho vayan a dejar de cometer aquellos actos viles en pos del bien de sus seres queridos.
Más en todo caso, tener esto presente para uno que es más un simple mortal, tratando de no hacer tanto mal por la vida, no es una hipotesis a desechar.

viernes, 20 de julio de 2012

Interesarse.

De un tiempo a esta parte se me van algunas horas del día en pensar en los intereses, el deseo de enriquecerse, sumar conocimientos, agrandar la materia gris. Y por asuntos tales como haber puesto todas las fichas en un solo objetivo, tras no ocurrir lo ansiadamente esperado, mandé por un largo y angosto tubo, todos, todos, todos, todos, mis intereses, añoranzas, placeres, virtudes, gustos, ensoñaciones.

Supongo que si llevo un tiempo reflexionando sobre el tema, será porque los malos momentos, sensaciones, experiencias vividas, están comenzando a pasar o se están yendo del todo. No lo sé, en cosas del cucharón, del alma, de las carencias afectivas, existenciales, uno nunca sabe exactamente cuando van a pasar totalmente. Siempre habrá una palabra, un olor, frase, forma, que vuelva aquello malo, malvado y destructivo a tu mente, corazón, alma y si no estás preparada, fuerte, recubierta de fierro enlosado, nuevamente acabara, picara finito en donde más te duela y vamónos a la mierda otra vez.

Pero quiero creer, sin exagerar, menos manifestarlo publicamente, que quizás, quizás, quizás, tanto pensar lo que alguna vez se quiso, se deseó, se amó y no llegó, tanto darle vueltas por todos los lados posibles, desde todos los puntos de vista, quizás hizo que el machaque constante, lo disolvió como alka selzer. Ojala, lo digo sinceramente.

Más ocurre, que en la desolación, quedé vacía de intereses, abandoné todo cuanto había forjado, aquello que tanto me gustaba, desde lo más mínimo hasta lo  máximo. Y ahora que retomo o que ciertas campanadas retumban en mi mente pienso en mis INTERESES.

Tengo la duda existencial si mi falta de interés no se deba fundamentalmente porque soy una persona inculta, ignorante. Mi sisterna Manucita dice que no, que lo que ocurre es que no nací para el rollo, para el discurso, los libros densos, de análisis profundos y de los cuales uno tiene que sacar respuestas más sesudas e inteligentes aún. Digamos que hay mucho de verdad en tales ideas. Más que mucha verdad. Pero me pregunto, porque una cosa es lo que te digan desde fuera y otra, es la que uno machaca en el interior sobre todo si eres de las que tienden a martirizar tu alma, si aquella falta de análisis, profundos debates densos, ¿no será porque además de ignora e inculta, soy FLOJA?
Así como que si no me interesa, no lo leo.
Que si no me late a la primera no sigo.
Que si no me gusta menos.
Mucho obstáculo, mucho impedimento ¿no les parece?
Pero a la vez, en la rutina de mi existencia o al menos en lo que hasta ahora ha sido ésta, no me veo realmente, no me veo, leyendo esos libros de historia o de economía o de filosfía que tiene mi padre y que en cambio, Manucita si quiere incarles el diente.

Como tengo una dósis vital de infantilismo, necesitaría que alguien mayor, una autoridad en edad, me dijera "no colombita no es malo que seas como eres, que leas lo que te plazca, lo que te interese aunque no sea gusto de nadie más. Como tampoco es malo, ni más bueno, ni menos malo que Manucita tenga esos intereses". Chale que bien que  me haría eso.
Porque bueno, siempre con la constante y sonante profecía de mi amado padre, a que de sus tres hijas, yo era la más "tontita", de pronto, a veces, tal designo resuena, hace daño, me duele, perturba profundamente. Que si miro mi vidurra hasta ahora ha sido, más la llevo en haber leído literatura, uno que otro cuento, en escribir, en soñar, en pensar, en ver muchas películas, hacer comentarios sobre ellas, ser realmente una ferviente y fanática del cine, de los festivales internacionales, locales, nacionales, de documentales, de cine latinoamericano.
Eso debería ser un plus, simplemente y nada más. Pero como además te educan con esa mentalidad "exitista" en que tienes que ser alguien en la life, alguien preferentemente FAMOSO. Y yo la neta creo que eso no lo seré en esta vida. Fundamentalmente porque mis amigos no leen lo que escribo, solo algunos de tanto en tanto confían en mi, me guían y que si no estuvieran yo tampoco. Unos muchos me chulean y suben el ánimo. Otros el silencio otorga.

Y finalmente sigo arrastrando esta cobija sobre ¿cuales serán mis verdaderos intereses? Con todas las transcripciones que hago, sobre todo las de entrevistas que después se convertiran en investigaciones para magister, doctorados, publicaciones de libros, me da un tanto de envidia ser simplemente la que trascribe los audios y no estar más metida, enchufada, a esos entretenidos proyectos.
Es ahí cuando resurge un algo en mi interior de querer estudiar, hacer un estudio de postgrado sobre alguna cosa cultural: cine, literatura, pero temo profundamente a esa cosa densa, pajera, latera, latosa, aburrida, que tanto le gusta a los chilenos, más no sé qué tanto a los mexicanos, argentinos.
¿Qué hacer, qué hacer maldita sea?
¿Para donde ir?
¿Que dirección tomar?
¿Que hacer de entretenido con mi vida y sus neuronas?