En el desconocimiento a por el amor, los días pasan y en ellos, la memoria por los momentos tierna e intensamente vividos, se alejan como cuando el viento sopla llevandose las hojas de los árboles.
Y pierdo el control,
de dominar la situación,
sentirse pequeñita, con un mundo aún menos interesante, entretenido,
desesperada porque me lleves junto a ti,
a brillar bajo tu luz.
Sensación de minutos que se van desvaneciendo,
ausencias concretas,
quisieran ocupar en compañías, ilusiones, ensoñaciones,
y las esperanzas comenzando a desinflarse.
El control que no existe,
porque no hay nada material, menos ensoñado que agarrar con las manos apretadas,
constatar que no hay,
no existe,
a lo más una ilusión, un momento feliz,
más que feliz maravilloso,
que ahora vuela hacia el pasado lejano, lejano.
Eres mi dulce ayer.